Como grandes oportunidades para la Ciudad de México ve el arquitecto Alberto Kalach tanto el nuevo uso de Los Pinos y su entorno, como la construcción del nuevo aeropuerto.

Kalach, en distintos momentos y con otros arquitectos, como Teodoro González de León, planteó por una parte recuperar en su totalidad y reintegrar las distintas secciones del Bosque de Chapultepec y, en el caso del aeropuerto, construirlo en Texcoco, pero a la par de un programa de rescate ambiental y desarrollo urbano que, advierte, no se está haciendo.

En los últimos 25 años, aproximadamente, Kalach ha desarrollado proyectos en torno del aeropuerto, incluso con González de León participó en el concurso internacional donde fue seleccionado Norman Foster. Opina que los costos que representará esta nueva construcción son un “dispendio” y que el gobierno federal pudo pedirle al arquitecto inglés ajustes acordes a la economía de México, pero que nunca le dio lineamientos.

Para Los Pinos, para el nuevo aeropuerto, e incluso para el espacio que quedará del Benito Juárez, Kalach traza ideas que involucran desarrollo urbano, áreas verdes, espacios para cultura, educación y deporte, bajo la convicción de que las ciudades se van reciclando, se van moviendo.

La propuesta de cambiar la residencia presidencial a Palacio Nacional deja abierta la pregunta de qué hacer con Los Pinos. ¿Qué piensa de lo que está pasando y de lo que puede venir para esta zona de la ciudad?

Hace casi 15 años, estudiando el Bosque de Chapultepec en su conjunto, nos dimos cuenta que el área restringida de Los Pinos, literalmente, estrangula al Bosque de Chapultepec. Es decir, no se puede pasar de la Primera Sección a la Segunda Sección.

El área restringida de Los Pinos son más de 50 hectáreas. Hicimos un comparativo con varios palacios de gobierno y la Casa Blanca tiene cinco hectáreas y el más grande no pasaba de 10 hectáreas: el de Madrid.

Propusimos reducir el área de Los Pinos o incluso reubicarla. La propuesta es quitar el área restringida de Los Pinos para conectar la Primera Sección con la Segunda, y también abrir el Panteón de Dolores, embellecerlo y conectar la Segunda Sección con la Tercera. Incluir en el parque el Club Hípico, que es una concesión privada. Al recuperar la continuidad del parque, se reparte el número de visitantes que es muchísimo más en la Primera Sección. Conectarlo ayudaría a usar el parque de una manera más equitativa. Pensamos incluso en un transporte público dentro del parque, como un Chapulinbús.

 

Para nosotros, lo interesante es desmantelar Los Pinos y el Estado Mayor, que nada tiene que estar haciendo adentro del parque; hay enormes cuarteles, muchísimos edificios ocupados por militares.

¿Qué piensa de la propuesta de López Obrador de dejar Los Pinos?

Me parece muy bien. Los bosques urbanos o los parques públicos son lugares idóneos para infraestructura cultural, educativa, deportiva. Dentro de un parque pueden haber escuelas, centros culturales, deportivos, y esta es una gran oportunidad para ver cuál de esa infraestructura construida se puede transformar en actividades de servicio público.

¿Es demagógico convocar a la sociedad a hacer propuestas?

Está bien oír muchas propuestas, en el entendido de que al final habrá un equipo técnico, calificado, que afine esas propuestas y lleve a cabo un proyecto bien fundamentado.

¿Desde el punto de vista ambiental, qué representará?

Ambientalmente no haría diferencia, el tema es que está cercado, no puedes entrar a él. Es una zona bien arbolada, pero sí haría una gran diferencia en la forma de uso, en la forma de disfrutar Chapultepec. Por ejemplo, Campo Marte, que es parte de este complejo militar, si fuera público, te permitiría ir, desde el parque de Polanco, el Lincoln, al Lago de Chapultepec, en 10 minutos a pie, pero como esto está cerrado por el Ejército, tienes que dar una vuelta en auto. Quitar estas bardas, es una gran oportunidad para religar la ciudad.

En un principio lo habrán pensado como protección, pero otros gobiernos lo resuelven en mucho menos espacio. Yo no creo que un Presidente mexicano tenga muchos más enemigos que uno estadounidense.

¿Qué se podría hacer con la infraestructura que hay ahí?

La casa, a juzgar por la fotografía aérea, no es muy grande; podría quedar como un museo o testimonio, o como una casa de huéspedes distinguidos. Pero lo importante ahí es que deben haber como 30 mil o 40 mil metros cuadrados de edificios; podrían quitarse las rejas y hacer una universidad adentro de Chapultepec.

¿Qué puede implicar para el Centro Histórico ese traslado?

Podría ser positivo porque precisamente desde Palacio Nacional, hacia el Oriente, a La Merced, es una zona muy decaída que podría regenerarse.

¿Cómo ve lo que está pasando en torno del nuevo aeropuerto?

Los proyectos tienen dos vertientes: una es el qué y otra es el cómo: Se necesita un aeropuerto, sí. El cómo es donde hay que apoyarse en los expertos. Desde hace 25 años se sabe que el lugar ideal, desde el punto de vista aeronáutico, es Texcoco, que es más o menos donde lo están haciendo ahora.

(Hace más de 20 años el proyecto lo plantearon en Texcoco los arquitectos González de León, Juan Cordero, Gustavo Lipkau y Alberto Kalach).

 

El lugar es correcto. La terminal me parece un dispendio; va a ser una muy buena terminal, pero excesivamente cara. Podría haber sido diferente. Si el gobierno le hubiera solicitado, al mismo arquitecto, Norman Foster, hacer un edificio que se ajustara más a la economía de México, que pudiera crecer paulatinamente, el arquitecto inglés hubiera seguido los lineamientos de su cliente, lo que pasa es que el cliente no le dio lineamientos. Santa Lucía no tiene la capacidad que requiere el aeropuerto de la Ciudad de México, y vuelve a estar muy alejado. En Texcoco los trabajos están en marcha; habría que vigilar que no se malgaste el dinero, pero hay que terminar la obra, creo que es indispensable terminar la obra.

Lo que creo que está muy mal de ese nuevo aeropuerto, es el rescate ambiental y el desarrollo urbano; no lo están haciendo. Creo entonces que no se debe discutir más dónde hacer el aeropuerto, sino cómo hacerlo.

Hay que rescatar las zonas lacustres que son todavía miles de hectáreas; hacer un desarrollo urbano alrededor de esas zonas lacustres, bien ordenado, con servicios, y hacer zonas agrícolas de alta tecnología, de Atenco hacia el norte. Ese proyecto es tanto más importante y más grande que el propio aeropuerto. Están discutiendo el aeropuerto y están dejando de mirar la gran oportunidad que hay alrededor del aeropuerto. Es la oportunidad de cambiarle la vida a 7 millones de habitantes que viven en el lado más pobre de la ciudad. Podríamos rescatar aún 7, 8 mil hectáreas del lago. Por el contrario, creo están desecando el lago Nabor Carrillo, y nadie ha explicado por qué.

¿La construcción del aeropuerto ahí, no se divorcia de lo que ustedes habían llamado a rescatar?

No, porque nosotros también planteamos el aeropuerto en ese lugar, claro que nuestra isla era más compacta, pero aún así todavía quedan grandes áreas que se pueden rescatar, como lagos, como zonas agrícolas, como humedales naturales. Y desde luego, la reforestación de toda la Sierra, que tampoco se está haciendo.

Sería una oportunidad para todo el Valle de México

Sigue siendo una gran oportunidad, lo que pasa es que le tienen que destinar un porcentaje mínimo del costo del aeropuerto al rescate ecológico, ambiental de su entorno y al desarrollo urbano ordenado del entorno. Hay varios municipios del Estado de México que colindan con la zona del aeropuerto, y todos requieren planes de desarrollo urbanos serios, planes de desarrollo territorial, conectividad y vialidad… A unos minutos del nuevo aeropuerto está Teotihuacán y podría ser un atractivo turístico mucho más impactante que las pirámides de Egipto... Está ahí.

¿Contempla ese rescate el proyecto que realiza la Presidencia?

No. Ellos han hecho un concurso para una ciudad aeroportuaria, pero ese es otro tema. Hablaron de rescatar 3 mil hectáreas de lagos, pero nunca se presentó el proyecto; y por el contrario, han desecado el lago Nabor Carrillo. No hay ningún plan regional ni de desarrollo urbano de alguno de los municipios ni de Texcoco ni de Atenco ni de Chimalhuacán. No han hecho, en seis años, esa tarea que, insisto, es tanto más importante que el propio proyecto del aeropuerto.

El espacio del aeropuerto Benito Juárez podría ser un pulmón para la ciudad...

Claro, de hecho, nosotros también hemos realizado propuestas para el aeropuerto actual, para reciclar el espacio. Es un lugar que tiene 800 hectáreas y está encajado como una cuña dentro de la ciudad, y podría ser otro Chapultepec. Pero además podría tener en la periferia miles de metros cuadrados de servicios, de viviendas y universidades alrededor de un bosque urbano. Debería haber ahí una terminal ferroviaria. La vía que amputamos hacia el sur del país, por malas políticas de transporte, se podría restaurar; una estación de trenes ahí hacia el nuevo aeropuerto, pero también a Teotihuacán, a Puebla, y luego hacia al sur del país. Hay que mover hacia allá (al área del actual aeropuerto) Tapo, la terminal de oriente; también podría haber espacio para industrias. Las ciudades se van reciclando, se van moviendo. Si se hacen bien, benefician a todos. El problema es cuando no se piensa bien.

¿Cómo vio la elección de Andrés Manuel López Obrador?

Fue una elección popular, ahora esperemos los resultados.

En materia cultural, ¿qué espera usted del gobierno que llega?

Espero que den más recursos para la educación y la cultura. Sabemos que lo que puede transformar realmente al país es subir los niveles de educación y cultura. Esperemos que el nuevo gobierno destine cada vez más recursos a educación, cultura, ciencia, investigación, todo lo que sea estimular el pensamiento y el conocimiento.

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