El Museo Regional resguarda en su Biblioteca Conventual un gran tesoro, son 14 mil libros de derecho canónico, filosofía, teología, matemáticas y literatura, originales del siglo XVI al XIX, que han sido estudiados por investigadores de Estados Unidos, Colombia, España y Japón, pero que en Querétaro pocos conocen su existencia.

Para promover y resaltar el valor estético de estas antiquísimas publicaciones, Marja Godoy y Jorge Rodríguez, por invitación de Bernardo Sarvide, director del Museo Regional de Querétaro, comenzaron una investigación sobre las letras capitulares de cuatro volúmenes, especialmente seleccionados, el resultado de su estudio es el libro Letras Capitulares y ahora presentan una exposición con reinterpretaciones de artistas contemporáneos sobre el mismo tema.

Pablo Moya, Hecsar Gómez, Osiel Guerrero, Rubén Maya, Jorge Rodríguez, Julián Guerrero;  Román Miranda, Rafael Oswaldo Silva, Jorge Oceguera, Ismael Guardado, Carlos Herrera, Calexico Ramírez y Joel Rendón, son los artistas que participan en Letras Capitulares, Aproximaciones Contemporáneas, exposición que se encuentra en el Museo Regional de Querétaro, en donde permanecerá hasta el 17 de enero.

Siendo Marja y Jorge artistas gráficos fueron atraídos por los atributos de diseño e impresión  (técnica, gráfica y estética) de las publicaciones conventuales; dos años duró la investigación y el proceso de edición para terminar el libro.

“Todo surgió porque Bernardo nos platicó del gran valor y gran acervo que tiene la biblioteca del Convento Grande de San Francisco, empezamos a trabajar con David Saavedra, encargado de la Biblioteca Conventual, quien conoce a la perfección cada libro; nosotros encontramos interés en las letras capitulares, hay una serie de detalles gráficos, marcos, portadas y portadillas, todo  muy interesante, pero como unidad gráfica nos interesó la letra capitular, porque tiene un sentido estético y un sentido comunicativo”, dijo a EL UNIVERSAL Querétaro Marja, curadora de la exposición.

La letra capitular presenta un lenguaje estético que refleja fenómenos propios de la época, en el caso de los libros conventuales muestra imágenes religiosas, flora y fauna.

“Tienen todo un discurso iconográfico, algunas representaciones fitomarfas o zoomorfas, por ejemplo la garza representa a Cristo, porque se pica el pecho y se saca sangre para darle de comer a su polluelos, también hay representaciones de María; son distintos significados del siglo XVI, muy conocidos en la época, hoy en día podemos relacionarlos con los emoticones, nosotros ya  los tenemos incorporados a un código gráfico que tiene el mismo valor que las letras y estamos muy familiarizados a ellos, así pasaba con el lenguaje que se aprecia en estos libros”, añadió.

Tanto el libro como la exposición, con sus aproximaciones contemporáneas, busca acercar a las nuevas generaciones a la riqueza de la Biblioteca Conventual.

“Son acervos tan antiguos y delicados que la gente realmente no los conoce, porque son pocos los que tenemos la posibilidad de echarles un ojo, quizá hay más investigadores, historiadores y restauradores, sin embargo este es un intento de abrir las puertas para que la gente pueda ver el acervo y a detalle; ahora presentamos una selección de cuatro libros y la idea es continuar con estos proyectos, acercando no sólo el contenido gráfico, sino también el bibliográfico”, aseguró Godoy.

Y la continuidad es un segundo libro sobre letras capitulares, ahora del siglo XVII y XVIII, además de una reedición del libro Marcas de fuego, que  habla sobre la forma más agresiva de marcar un libro: a hierro caliente, está práctica se hacía como control de la Santa Inquisición, para evitar que las publicaciones salieran del convento.

“Todo esto es para acercar a los jóvenes a las técnicas que se utilizaron en estos materiales y que vean la manera en la que se hacían antes los grabados, y otro tema que es muy interesante para los jóvenes son las marcas de fuego, los jóvenes de hoy ni siquiera las conocen, pero antiguamente era muy utilizadas para marcar los libros  y surgieron como un control de la Santa Inquisición”, detalló David Saavedra, encargado de la Biblioteca Conventual.

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