Recordar el centenario del sacrificio del general Emiliano Zapata, en su gira noche de su gira luna sucedida el 10 abril de 1919, en la Hacienda de Chinameca, no es estéril, nos sirve de reflexión para recordar las causas profundas que motivaron la rebelión del héroe suriano en su lucha por la “tierra y libertad”.

Zapata cabalga de nuevo, nos convoca, a recordar los agravios y postulados de las causas campesinas de la Revolución Mexicana, “la lucha por la tierra”. Después de una larga noche de abandono del campo regido por postulados de una economía neoliberal, que peligrosamente puede provocar inquietudes y nuevos levantamientos. Los sueños y principios de Zapata, nos convoca a seguir pedaleando a caballo o en bicicleta para trabajar otra vez en contra de la injusticia en la cual viven millones de campesinos, ejidatarios, comuneros y también pescadores, que si hacemos cuentas estos grupos sociales integran casi el 50% de la población.

El héroe sureño representa sentimientos de lucha por la tierra, justicia social, banderas que han levantado a pueblos enteros en demanda de ser tratados como seres humanos para dejar de ser peones acasillados o de hacienda. En el pasado no tenían derechos fundamentales, vivían bajo un régimen de expoliación, como esclavos, sin derecho de manumisión. El látigo caía en sus espaldas, como herencia de los encomenderos de la conquista, no se respetaban los más elementales derechos humanos, violaban impunemente a hijas y esposas de campesinos.

No deberíamos lanzar al basurero de la historia los logros y conquistas que impulsó este luchador social enarbolando las banderas del pueblo y los postulados de la Revolución Mexicana, hoy el pueblo nos demanda una patria más justa, más democrática, en pos de sus derechos consagrados en la Constitución de 1910, en su Artículo 27. Sera necesario con inspiración patriótica impulsar otra vez una “Reforma Agraria” para revindicar los derechos de los ejidos y los pueblos.

En ninguna parte del mundo ha estado tan profundamente enraizada la historia de la tierra y el hombre como en México. Tierra y hombre, que forjarían una nueva ruta, nueva esperanza, nuevo amanecer que les otorgue planes y proyectos nacionales para cultivar la tierra y consolidar nuestra soberanía alimentaria.

Zapata retomó y consolidó los ideales y fundamentos de don Miguel Hidalgo y Costilla en su pasión por la libertad, y emancipación cuando proclamó el evangelio de la causa agraria, al inicio del Movimiento de Independencia el 5 de diciembre de 1810 disponiendo: “Que se entreguen las tierras de los naturales, y que más nunca vuelvan a ser rentadas, porque las tierras deben ser para el goce exclusivo de los pueblos”.

Por su parte, don José María Morelos y Pavón, el siervo de la nación, como continuador del movimiento libertario y discípulo de Hidalgo en el Colegio de San Nicolás, proclamó el siguiente decreto: “El repartimiento de los bienes de las comunidades, tierras, ganado y dinero ha de hacerse con tal economía y proporción que a nadie se haga rico en particular y todos sean beneficiados en general”.

Después de 100 años, del movimiento de Independencia el general Zapata se inspiró y retomó la bandera de la tierra para hacerle justicia a pueblos oprimidos, que ni Hidalgo ni Morelos pudieron hacer mucho para consolidar el principio de “Tierra y Libertad” en medio de atrocidades de dictaduras que aplacaban azotando a peones a quienes el hacendado consideraba objetos de su propiedad.

La vida y la lucha de Zapata, es la lucha por la justicia de su pueblo que viene de siglos, después de una larga noche, historia de litigios e injusticia que marcó la vida de Anenecuilco. Historia de despojos a que estuvieron sometidas las tierras de todos los pueblos. Cuánta falta hace hoy el general Zapata que recoja las ansias de justicia social para el pueblo.

Director del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo

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