Soy fanática de los museos y también de aquellas pláticas que se generan en este espacio, en incontables ocasiones he escuchado entre risas y desconcierto un comentario en particular: “Yo pude haber hecho eso”.

En la actualidad ir a un museo es todo un reto, dependiendo del tipo de museo, podemos salir más confundidos con lo que vimos dentro, a cuando empezamos el recorrido. El arte puede resultar abrumador y tratar de buscar sentido o significado a las piezas es cada vez más complicado, la línea entre los objetos cotidianos y los artísticos esta cada día más desdibujada.

En esta ocasión me gustaría llevarlos a inicios del siglo XX, la Primera Guerra Mundial seguía en su apogeo y obligó a muchos artistas vanguardistas —artistas pertenecientes a movimientos artísticos creados a principios del siglo— a emigrar a los Estados Unidos, específicamente a la nueva capital del arte, Nueva York. Entre estos artistas se encontraba Marcel Duchamp, una figura central dentro de la historia del arte del siglo XX.

En 1917, el autor presentó su obra titulada La Fuente en una exposición llevada acabo por la Sociedad de Artistas Independientes —grupo que impulsaba al arte de contracorriente—, esta obra creó revuelo porque era nada más y nada menos que un urinario de aquella época, ¿cómo y por qué esta herramienta de la vida cotidiana se pudo convertir en un objeto artístico por sí sola? La pieza creó tanta confusión por ser algo inaudito, que a pesar de cumplir con los requerimientos para ser expuesta,  fue retirada y el único registro que existió fue una fotografía que después fue publicada por la revista The blind man (El hombre ciego),  donde el mismo autor era editor.

La Fuente buscaba crear polémica, no por su materialidad sino por el gesto de colocarla en una galería, esto significó exponerla en un lugar que la legitimaría como una obra de arte, y así obtuvo un respaldo por parte del sistema artístico. Esta pieza demostró que, una vez que un objeto común recibe el apoyo del mundo del arte, ya sea un museo, una galería, un crítico o autor etc., puede despojarse de sus cualidades cotidianas y convertirse en objeto artístico.

Esta acción pionera por parte del artista, dio origen al concepto del “readymade” (arte encontrado), que consiste en objetos comunes convertidos en obras de arte, despojándolos así de sus cualidades iniciales y de su contexto original, para mostrarlas con un concepto y contexto nuevo, el cual supera la estética misma de la pieza.

¿Recuerdas ese árbol que te mencioné para definir el arte, en la columna anterior?, con esto te quiero presentar una nueva ramificación de mi definición: el arte es una idea; con este gesto, Marcel Duchamp, abrió una nueva narrativa dentro de la historia del arte, que permitió que los artistas —de los movimientos sucesores— se interesaran por darle valor al concepto y restarle importancia a la estética de las obras para así demostrar que lo que importa es la conceptualización.

Te invito a buscar la foto de La Fuente por Marcel Duchamp, para que puedas ver el por qué revolucionó la historia del arte, pero ¿tú qué opinas, La Fuente para ti es arte?

*Lic. en Historia del Arte y Curaduría

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