Han pasado poco más de 2 años y 4 meses desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció al brote de Covid-19 como pandemia. Parecían lejanas esas primeras decenas de contagios en China, Corea del Sur y Japón en noviembre y diciembre de 2019, pero sabíamos que eventualmente llegarían a nuestra realidad inmediata. Y así fue. Los contagios comenzaron a aparecer en Europa y en la América anglosajona, antes de llegar a México, y fue ahí donde todo cambió para nosotros.

Los confinamientos modificaron sustancialmente la forma en la que llevamos nuestra vida. Hubo cambios en los ámbitos laboral, educativo y social, que fueron muy duros, pero que tuvimos que sobrellevar. De ahí que la obtención de la primera vacuna contra la Covid-19 en la segunda mitad de 2020, y del desarrollo de otras más en los periodos subsecuentes, nos permitiera ver la “luz al final del túnel”.

Hoy en día, a raíz del esfuerzo de la comunidad científica, contamos con una serie de vacunas que protegen contra la enfermedad que produce el virus SARS CoV-2, y que han sido suministradas, al menos con una primera dosis, a una cantidad significativa de la población mundial. A pesar de ello, desafortunadamente muchas personas aún siguen sin ser vacunadas, ya sea porque no han tenido acceso a las vacunas o porque deciden no recibir la dosis. Lo anterior es sumamente problemático puesto que su vida queda desprotegida.

En México muchas personas se han vacunado en más de una ocasión como ha sido recomendado por la OMS y los diferentes laboratorios que han desarrollado las vacunas. En este contexto, por más que nos encontremos en un entorno más flexible que en 2020, en el que los restaurantes, museos, escuelas, oficinas, bares, cines, estancias gubernamentales, etc., operan con horarios habituales –o normales–, debemos recordar que aún estamos en pandemia y debemos protegernos con las dosis requeridas.

Lo anterior cobra mayor importancia en el marco de la quinta ola de Covid-19 que azota a México y que ha elevado de manera sustancial los casos de contagio. En este escenario, Querétaro no es la excepción, puesto que es uno de los estados con mayor aumento de contagios, panorama que debe alertarnos como sociedad.

Es también desafortunado que esta quinta ola coincida con el regreso a clases presenciales de muchas universidades en el país. Por consecuente, es imprescindible que estudiantes, administrativos y académicos estén protegidos de nueva cuenta para así desempeñar de mejor manera sus actividades. De lo contrario, los contagios podrán suscitarse en las aulas poniendo en riesgo la salud de las personas, además de elevar las probabilidades de regresar al esquema virtual o híbrido de clases.

De acuerdo con reportes oficiales, se recomienda que las personas reciban las dosis de refuerzo cada 6 meses. En muchos casos, ese periodo ya fue rebasado y se necesitaría una nueva aplicación. No obstante, en el futuro cercano en Querétaro no se prevé una siguiente jornada de vacunación para el personal educativo, o al menos no hay información al respecto, situación delicada en esta quinta ola de Covid-19. Todos queremos regresar a las clases presenciales, vernos, mejorar la interacción y demás, pero para eso hay que estar protegidos.

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