La coordinación es un concepto que brilla por su ausencia en esta emergencia sanitaria. Parece que los intereses de partido y posturas “ideológicas” se están anteponiendo al quehacer de las instituciones.

Mientras que el gobierno federal está centrando la estrategia en un solo hombre, quien además cada día pierde más credibilidad, los números no ceden y la condición sanitaria se está poniendo cada vez más difícil.

No obstante que las cifras no agradan al presidente de la república, la realidad es que México ha superado los 35 mil fallecidos, superando a países como Italia y dejándonos en un deshonroso cuarto lugar mundial con mayor número de muertos por esta pandemia.

Aunado a ello, el tema económico sigue golpeando duro a los que menos tienen, pues de acuerdo con información oficial, el Covid-19 ha dejado hasta el momento más de un millón de empleos formales perdidos; y los pronósticos no son alentadores, ya que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), al cierre de este año, la tasa de desempleo aumentará hasta un 7.5%, lo que equivale a la pérdida de 2.27 millones de fuentes de trabajo; sin considerar en estas cifras a las millones de familias que viven en la informalidad y que también se han visto duramente afectadas.

Además, el crecimiento del país está muy rezagado, pues no salimos de números rojos desde el primer trimestre del año. El producto interno bruto ha sufrido una caída al menos de un punto porcentual, lo que equivale a que, al cierre del 2020, México habrá sufrido una contracción de casí 3% en los índices nacionales de crecimiento.

Ante este panorama, lo que espera cualquier ciudadano es una estrategia de reactivación integral, que aglutine a todos los actores y sectores, empezando por el gobierno; sin embargo, al contrario de lo que esperamos, la coordinación no es algo que impere en este momento y mucho menos frente a los tiempos electorales que se avecinan.

Justamente, la postura antagónica de varios gobernadores frente a las decisiones del presidente y su gabinete, han provocado un ambiente de choque y confrontación que no dejará nada bueno.

Por un lado, los gobernadores de Acción Nacional reclaman mayores recursos para enfrentar el problema, mientras que, por otro, el presidente se muestra cerrado, intolerante e intransigente ante cualquier crítica hacía su gestión, por mínima que sea.

Ahora, la coyuntura se centra en la planeación del presupuesto de egresos para el 2021, pues ante la disminución en la recaudación y el nulo crecimiento económico, es imperativo revisar, peso a peso, el destino de los recursos, pues si la tendencia del gobierno nacional es la centralización, es inconcuso que ello golpeará eventualmente al federalismo y a los ingresos de los demás niveles de gobierno.

En ese sentido, la cooperación entre mandatarios se vuelve una exigencia mayor en estos momentos, pues si bien, el ambiente se está empezando a “enrarecer” por los tambores del proceso electoral, ello no debe ni puede ser pretexto para trabajar de forma aislada y sin coordinación, pues la situación está en un momento crítico en el que resulta necesario fortalecer la unidad y la tolerancia.

Google News