Votar es la expresión de la voluntad de las personas, es el acto por el cual un individuo manifiesta su preferencia a cierta opción, fórmula o persona frente a otras. Votar implica elegir entre distintas opciones.

Votar es tanto un derecho como una responsabilidad de cada ciudadano, pero también es un ejercicio de conciencia plena. Con el sufragio, ejercemos nuestro libre albedrío como miembros de una sociedad.

En las elecciones del próximo año, los mexicanos y mexicanas debemos de votar de manera razonada. Esto implica saber los resultados de las acciones del gobierno federal, lo que haga o deje de hacer el Presidente de la República, afecta a 130 millones de mexicanos. Por otro lado, debemos tener presente qué queremos para nuestra colonia, municipio y país.

Ir a las urnas con una reflexión previa significa respetarnos como sociedad y participar de manera decidida y libre en el rumbo que habrá de tomar nuestra nación, es participar en una decisión y prepararnos para elegir a quienes gobernarán nuestro municipio, quiénes integraran las legislaturas locales y cámaras durante los próximos años.

Para que el voto sea útil es necesario que ocurran dos cosas: que las distintas opciones que se votan sean reales y que las personas puedan elegir libremente conforme a sus preferencias.

Sufragar significa hacerlo con responsabilidad, es decir, responder por los propios actos ante las demás personas. Cada voto forma parte de una decisión colectiva, están involucradas muchas responsabilidades para muchas personas.

Quienes postulan candidatos o presentan propuestas, tienen la responsabilidad de ofrecer las mejores condiciones para que las personas emitan un voto libre y razonado, pero la decisión de hacerlo corresponde al votante.

El votar se trata de una decisión colectiva, lo que cada uno elija formará parte de una decisión que afectará a muchas personas, incluso a las que no votaron, por tal motivo es necesario comprender a quién se está eligiendo y lo qué postula cada uno de los candidatos, para que de esta manera se emita un voto razonado.

Decidir participar con la finalidad de defender nuestros intereses y puntos de vista. Si no lo hacemos, en la práctica otras personas decidirán por nosotros, con el riesgo de que quienes votan defiendan sus propios intereses y puntos de vista, y podrían no coincidir con los nuestros.

Recordemos lo que ocurrió en 2016: el Reino Unido puso a votación si debería permanecer o no como miembro de la Unión Europea. La ciudadanía fue convocada a votar un simple sí o no. Ganó el sí, a favor de la salida de la UE. Al conocerse el resultado, e con él, 4 millones de ciudadanos británicos inconformes firmaron una petición a la Cámara de los Comunes para solicitar la repetición del proceso, pero no prosperó. La experiencia es que entre los que se lamentaron por el resultado había un importante número de abstencionistas que, de haber ido a votar, probablemente hubiera cambiado la decisión.

Esto es un ejemplo claro de que una decisión colectiva tomada mediante el voto generalmente se relaciona con los derechos de las personas. De esta manera, votar o abstenerse, votar en cierto sentido o en otro, es una decisión que se debe tomar a conciencia, pues el resultado tiene un fuerte impacto en la vida de miles de personas.

El voto es un asunto muy serio, informarse lo mejor posible acerca de qué o a quién se elige y para qué, es una responsabilidad ciudadana que da fuerza al voto. Esto plantea la necesidad de escuchar objetivamente las propuestas de los distintos candidatos.

Conocer la historia y las propuestas de los candidatos y sus partidos, las personas más cercanas que los rodean, llevarán al elector al voto consciente, es decir, que siente, piensa y actúa con conocimiento de lo que hace.

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