Por esas extrañas circunstancias del azar y la casualidad que mucho tienen que ver con la vida cotidiana, me tocó ver la luz por vez primera en esta ciudad capital un soleado mes de abril del año sesenta en la segunda mitad del siglo XX, cuando este pequeño terruño vivía una época de calma y sosiego, sin saber que su recién descubierta vocación industrial, le llevaría a iniciar una etapa de crecimiento que década tras década se incrementaría de manera notable hasta el día de hoy.

Desde pequeño estuve muy vinculado con el centro histórico de esta ciudad. Inicialmente porque ahí nací y viví muchos años en la casa paterna ubicada en la calle de Allende casi esquina con 16 de Septiembre y trabajé en el negocio familiar , “La Ciudad de México”, ubicado en las calles de Juarez y Madero. La preparatoria la cursé en la UAQ disfrutando de la arquitectura de lo que hoy es la facultad de Filosofía. En mi etapa de actividades políticas las viví también en el centro histórico en el H. Congreso del Estado, en el ex convento de Capuchinas y en el edificio municipal en la esquina de Guerrero y Madero.

Todo ello me ha permitido conocer y admirar muchos de los espacios y rincones de nuestra ciudad capital y valorar la importancia de su centro histórico, el que también se ha vestido por buenas intenciones y sanos criterios, pero también lo he visto sufrir y padecer algunas ocurrencias que trastocaron y modificaron de golpe lo que se pensaba, era su vocación en algún momento. Hace décadas, estuvo a punto de ser abandonado por la dificultad de habitarlo y de sostener establecimientos comerciales y de servicios.

Celebro el cuidado y conservación de lo que hace años fue declarado inicialmente Patrimonio Histórico. Ello trajo, la definición y aplicación de criterios y políticas de mayor cuidado y conservación. Sin embargo, algunas privilegiaron la negativa rotunda de cualquier tipo de modificaciones arquitectónicas sin que existiera ninguna  opción de cómo sí hacerlo. Aunado a ello, se decidió cerrar al tránsito vehicular sus principales calles sin considerar estacionamientos. La gran mayoría de establecimientos comerciales y de servicios, tuvieron que cerrar y comenzó a ser difícil habitar la zona. Recuerdo que en las reuniones de la Cámara de Comercio, ubicada entonces en la calle de Pino Suárez, se comentaba que, si el único propósito era cuidar y proteger, entonces mejor se colocara una gran cubierta sobre el centro y todos nos fuéramos a vivir fuera de él, para que no le ocurriera nada. Lo imagino como aquellas casas que no siendo habitadas, la maldición del abandono las destruye a velocidad récord.

Nos preguntábamos en aquellos años si habría alguna vocación preponderante  para el centro histórico. Ni comercial, ni habitacional, ¿entonces?.  El Turismo en Querétaro, era una actividad incipiente aún en la última década del siglo anterior. En el año 1996, cuando se declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad, un enorme orgullo para todos quienes habitamos esta ciudad, destacaban los criterios aplicados donde se mencionaba que no solo era por su riqueza arquitectónica, sino por aspectos cualitativos como su limpieza, su vida cotidiana, su calidez como ciudad viva y hospitalaria.

En el transcurso del nuevo milenio y hasta el día de hoy, es contundente la redefinición de la nueva vocación turística y cultural que nuestro centro histórico están teniendo. No obstante el tema habitacional que acusa reducción, entre otras cosas, por la mayor presencia de lugares que venden alcohol y obsequian generosamente mucho ruido, además persiste la falta de cajones de estacionamiento para hoteles y establecimientos. Son más frecuentes los tiempos en los que se complica mucho el tránsito vehicular y es verdaderamente complicado apostar a la puntualidad.

Considero que dentro de su vocación turística y cultural, debe mantener un equilibrio con lo habitacional. Es indispensable ampliar espacios para estacionamientos para que la gente lo pueda caminar en un entorno que debe ofrecer también seguridad. No debe ser un centro donde se beba en exceso, al contrario, debe privilegiar la convivencia hospitalaria, el conocimiento sobre nuestra historia y cultura que son muy ricas y la posibilidad de que, tanto habitantes como visitantes, verdaderamente disfrutemos estar en el centro histórico de este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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