El pasado domingo se celebró la votación de la consulta popular para enjuiciar a actores políticos del pasado, impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Continúan los comentarios y preguntas ahora que conocemos la participación y resultado. ¿Sirvió la consulta popular? ¿Qué tan exitosa fue?

De acuerdo con el cómputo del Instituto Nacional Electoral (INE), el porcentaje de participación obtenido el pasado domingo en la consulta popular fue 7.11%. Para que su resultado fuese vinculante, se necesitaba contar con la participación de al menos el 40% del padrón electoral.

De entrada, esto representaba un problema de legitimidad, puesto que tal límite mínimo pudo haber tomado como obligatorio un resultado en el que la minoría de los electores hubiese elegido, lo que contradice el espíritu de la democracia.

A pesar de ello, el punto medular es la participación que se obtuvo en este ejercicio propio de las democracias. Según el INE, ese 7.11% de participación ciudadana se traduce a 6 millones 663 mil 208 de electores de un total de alrededor de 90 millones. Este porcentaje dista abismalmente del obtenido en las elecciones intermedias de hace apenas un par de meses, que fue de 52.67%, y aún más de las elecciones federales de 2018, en las que se llegó al 63%.

Este panorama nos ofrece varias realidades y comentarios. Uno de ellos podría ser que nuestra democracia sigue siendo inmadura y está lejos de consolidarse, como ciertamente se puede apreciar en otros países; de ahí que la participación ciudadana, en un ejercicio de democracia participativa como lo es una consulta popular, haya sido limitada. A decir verdad, apoyaría este argumento si la pregunta que habría aparecido en la papeleta hubiese sido una que de verdad fuese legítima y útil para decidir en temas de interés público que no desestimaran el Estado de derecho existente en México.

No obstante, como la realidad es diferente, tal argumento carece de veracidad en gran parte. Las consultas populares son mecanismos que incentivan la democracia participativa, pero funcionan cuando lo que se consulta tiene razón de ser. En esta ocasión, la pregunta desestimaba el Estado de derecho al considerar como posibilidad hacer a un lado la justicia, por lo que no sólo hacía ilegítima la consulta popular, sino que por la narrativa particular desarrollada por el mandatario en torno a ella, despertaba un ánimo populista.

El 7.11% de participación alberga la posibilidad de que los electores hayan identificado esta consulta popular como ilegítima, inservible y un “teatro” de López Obrador. El resultado es bueno para evidenciar al mandatario que su narrativa y caprichos no son aceptados ni aplaudidos por muchos mexicanos. Sin embargo, a pesar del limitado porcentaje, el presidente también gana.

¿Qué obtuvo López Obrador? Uno: deslindarse de la responsabilidad de investigar a actores políticos pasados (entre ellos los expresidentes) “porque el pueblo lo quiso”, reproduciendo el pacto de impunidad de cada sexenio, mismo que dijo que no sería cómplice. Y, dos: echarle la culpa al INE de la reducida participación y alimentar su narrativa contra las instituciones no estatales y de la sociedad civil. Aún así, el resultado es una victoria contra el populismo.

niels.rosas@gmail.com
@NielsRosasV (Twitter)

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