Con este texto, empiezo mi labor periodística en el Gran Diario de México en su edición queretana. Dada la oportunidad de expresarme públicamente, es importante señalar qué tipo de contenidos o referentes usted, amable lector, encontrará si me hace favor de seguirme semanalmente.

He titulado mi columna como Universidad Crítica por la unión entre el espacio donde también trabajo (la academia) y el código al cual me he adscrito desde que tengo uso de razón. Ambos referentes son perfectamente compatibles: para que la academia florezca requiere del ejercicio crítico y éste, a su vez, se cultiva dentro del recinto históricamente creado para el buen pensar y la reflexión que es la universidad. Ni el partido político, ni la iglesia ni mucho menos la gran empresa utilizan como motor primordial el juicio crítico independiente.

Pero para ejercer la crítica hay ciertas reglas. Primero, concibo la crítica como la capacidad de decir lo que es positivo como lo que juzgo cuestionable. Los gobiernos, por ejemplo, hacen bien ciertas cosas, pero fallan en otras. Expresar razonada y públicamente este balance de la política pública, específicamente, referida a la educación es algo que usted podrá leer aquí recurrentemente.

Segundo, si usted discrepa —o concuerda—con mis puntos de vista será algo natural y muy sano dentro de esta democracia cada vez más amenazada por visiones totalitarias y absolutistas. El debate público, canalizado mediante la prensa, tiene la función de airear nuestras diferencias sin llegar a niveles violentos. Espero entonces una constante interlocución con el lector.

Tercero, gracias mi formación académica, busco decir la verdad y por tanto, no caben en mis artículos alabanzas a la autoridad o lisonjas a determinadas causas políticas o ideológicas para hacerme popular. Los lectores, considero, deben formarse sus propios puntos de vista con la información y el análisis que uno como columnista les pueda brindar. La calidad de opinión va más allá del like.

Si usted me hace favor de leerme, se dará cuenta de que una de mis preocupaciones centrales es la educación. Desde tiempo atrás, construí la convicción de que una manera de desarrollarnos y crecer tanto personal como socialmente es mejorar lo que ocurre dentro de nuestras aulas, escuelas, bachilleratos, universidades y sistema educativo. Por eso, lo he tratado de estudiar y comprender como investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro. Nuestras perspectivas de desarrollo humano, sostiene Amartya Sen, premio Nobel de Economía, dependen de las instituciones que existen y de cómo funcionan.

Mejorar entonces el funcionamiento del sistema educativo a través de la crítica que posibilitan medios como EL UNIVERSAL, puede generar mejores posibilidades de vida para que todas las niñas, niños, jóvenes y adultos aprovechen los beneficios del conocimiento y puedan desenvolverse más libre y responsablemente en este mundo cada vez más complejo.

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