Casi todas las historias de creación de instituciones de educación superior públicas, del tipo y dimensión que estas sean, tienen su origen en la coyuntura de un momento histórico del país, de una condición socioeconómica, o quizá también en la necesidad de resurgir, de revivir aquella grandeza que nos identifica como nación, para elevar la voz y recordarle al mundo y a nosotros mismos que en México podemos hacer grandes cosas.

Cuando el 11 de junio de 2005 se compartió, a ejecutivos de la compañía canadiense Bombardier, el modelo educativo, las capacidades y experiencia de la Universidad Tecnológica de Querétaro (UTEQ) —institución ejemplar dentro del subsistema de Universidades Tecnológicas y Politécnicas (CGUTyP)—, nadie imaginó que unas semanas después se defendería un proyecto integral para promover la llegada de este OEM (Original Equipment Manufacturer, por sus siglas en inglés) a nuestro país. La competencia que libraron los estados de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Querétaro, fue sumamente férrea y exhaustiva, pero sin excepción todas visualizaban la oportunidad de revivir un sector histórico para México, con algo más que buenas intenciones; se requería de arrojo, visión y mucha pasión.

Explicar los detalles de la contienda o de la propuesta ganadora no es tan importante como el describir los compromisos en materia educativa, que habría de asumir el estado mexicano. El Programa de Entrenamiento Intensivo para la Industria Aeroespacial (PEI), diseñado para formar a los primeros técnicos para el ensamble de estructuras y arneses eléctricos para aeronaves, fue el primer compromiso; el segundo, la creación de una organización educativa, que formara a todo el personal que habría de requerir la industria en el corto, mediano y largo plazo, iba a ser el segundo compromiso; y hoy que se observa en retrospectiva, el de mayor envergadura y complejidad.

Pero regresemos un poco. El 26 de octubre del año 2005 el entonces presidente de México Vicente Fox Quesada anunciaba al país y al mundo, la llegada de Bombardier a Querétaro. La planeación y ejecución de diversas acciones para iniciar la actividad productiva y de formación de los primeros trabajadores, se atropellaba con el cierre de aquel año; la habilitación de los espacios y talleres para la capacitación, el reclutamiento de instructores y estudiantes, así como la rápida creación de la infraestructura para detonar el primer clúster aeronáutico de México fueron la constante en los meses previos a la conclusión del año 2005, lo que permitió, entre otras cosas, arrancar el Programa de Entrenamiento Intensivo el 9 de enero de 2006 en las instalaciones de la UTEQ, con la primera generación de técnicos que habrían de formarse para fabricar componentes estructurales y arneses eléctricos de aeronaves para Bombardier, generación cuyo inicio de actividad productiva fue preparado para el 2 de mayo de 2006 en la primer planta de manufactura que este grupo industrial abriría en el Marqués, a menos de un año de distancia de iniciado el primer acercamiento. México y Querétaro habían sabido responder al primer reto.

Continuará...

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