Para Tere. A la memoria de Javier Gil.

Las agresiones del gobierno y Morena contra el INE son inexplicables desde una lógica democrática. El Instituto ha tomado algunas resoluciones adversas para ellos, pero lo ha realizado basado en la Constitución y la ley, y además tienen el recurso de acudir al Tribunal, ya que los acuerdos del Consejo General del INE pueden ser impugnados por la vía legal. Es más, desde hace muchos años ni el gobierno y menos un partido organizan las elecciones —una responsabilidad menos, si se entiende que el Ejecutivo no es el Estado— y saben que con las reglas e instituciones existentes pueden acudir a competir y ganar o perder (nunca todo). No obstante, han creado una tensión y un ambiente que preocupa a demasiados, porque en el extremo algunos de sus voceros se han atrevido a proponer la desaparición del INE y amenazado con impedir que se celebren las elecciones. Ni siquiera esbozan quién substituiría al Instituto, salvo que en el delirio estén pensando que esa función la puede cumplir la Secretaría de Gobernación como en el pasado.

Pero hay otra lógica y esa a lo mejor sí explica el comportamiento del presidente y Morena. Y es por supuesto una lógica no democrática y que por lo que se ve explica no pocas acciones e iniciativas del Ejecutivo y su partido: quieren alinear a todas las instituciones de Estado a la voluntad del gobierno. Y si no pueden, por lo menos intentan “ablandar” a las cabezas de esas instituciones, y si no pueden, los más febriles empiezan a clamar por su desaparición. Dan miedo.

Uno piensa —quizá para tranquilizarse— que no se atreverán a tanto. Pero, por desgracia, la autoproclamada y autocelebrada 4T no parece haber entendido ni lo más elemental de la cuestión. Han suprimido a diestra y siniestra (NAIM, INEE, Seguro Popular, fideicomisos…); desfigurado a lo tonto (Notimex, Conacyt…); vuelto a prácticas indeseables (termoeléctricas con combustóleo…); reducido capacidades humanas y financieras de multitud de dependencias públicas; embestido contra todo aquello que no gusta al presidente, desde las organizaciones de la sociedad civil hasta medios de comunicación, pasando por los jueces, científicos y sígale usted.

Lo han realizado sin comprender cabalmente lo que están haciendo. Lo han hecho sin conocer lo que se quieren transformar, sin analizar su funcionamiento y estructura, su normatividad y funciones, sus logros y taras, sus rutinas, financiamiento, eficacia, etc. En vez de ello se han impuesto los prejuicios y en la mayoría de los casos los prejuicios de una persona. Por ello están siendo incapaces de ver más allá de las obsesiones ideológicas y las apariencias que por supuesto engañan (o los autoengañan).

Alguna ocasión, Antonio Machado, haciendo hablar a Juan de Mairena, escribió: “A los arribistas y reformadores de oficio convendría advertirles:

Primero. Que muchas cosas que están mal por fuera están bien por dentro.

Segundo. Que lo contrario es también frecuente.

Tercero. Que no basta mover para renovar.

Cuarto. Que no basta renovar para mejorar.

Quinto. Que no hay nada que sea absolutamente impeorable.” (Juan de Mairena. Sentencias, donaires…Bonilla. UNAM)

Un consejo que habría que colocar a la entrada de cada dependencia, fábrica, comercio, escuela o taller. Pero sobre todo en las instituciones públicas. Y sobre todo en estos momentos. Porque en efecto, se puede mover y mover sin mejorar y hacer que lo que hoy está bien, regular o mal mañana esté peor.

Profesor de la UNAM

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