Los meses siguen corriendo y el otoño está entrando en su último tercio para dar la bienvenida a un invierno que se antoja complejo por todo lo que implica vivir en un ambiente más frío que el que estamos normalmente acostumbrados. Tal vez aún gozamos del privilegio de haber tenido en él días templados y ciertamente amables, a pesar de que los recientes se han distinguido por ser airosos y acompañados de una disminución en la temperatura. Los cuidados que aún debemos mantener por la pandemia nos obligan a considerar asumir precauciones adicionales para evitar las enfermedades respiratorias que nos coloquen en situación más vulnerable ante la temporada.

Los ciclos de las estaciones tienen su razón de ser por el movimiento de traslación de nuestro planeta alrededor del sol y dada la inclinación del eje de la tierra y la distancia del planeta con el sol, ya que la órbita de ese viaje anual es elíptica, la recepción de los rayos del sol varía en los hemisferios del planeta. Cuando en el norte llega el frío, en el sur ocurre lo contrario. En la zonas cercanas al ecuador, la variación tiene más que ver con temporadas de sequía y de lluvia. Las estaciones influyen mucho en el animo de las personas y en lugares más cercanos a los polos, ocurre que en el invierno se incrementan mucho más las depresiones, con los riesgos que de suyo implican.

Tal vez por eso, la flora sufre también sus cambios físicos que a los seres humanos nos significa un reflejo de la emoción. La belleza del verde durante la primavera y el verano los asociamos con alegría y renovación, mientras que cuando el follaje cambia a los tonos amarillos y ocres del otoño nos invita mucho a la reflexión y a una belleza diferente. Pero cuando el follaje se pierde en el invierno, los árboles nos invitan a la percepción de pérdida y  soledad, no obstante que el propio paisaje pueda acompañarse de otras interpretaciones de la belleza.

Este año en particular, ha transitado sin que la mayoría podamos sentir los cambios con la emoción que solemos hacerlo a lo largo del año. El encierro, la incertidumbre y la ansiedad nos han golpeado de mala manera y el panorama se antoja más de un muy largo invierno. Esta imagen de árboles es el equivalente al panorama que muchos vemos hoy en el entorno y que no sabemos con la certeza del arribo de las estaciones, cuando volverá a reverdecer de nuevo. Como consuelo, a pesar de las nubes grises, alcanzan a recibir los rayos del sol de la esperanza que no debemos perder en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

*Twitter: @GerardoProal

Google News