Durante la administración gubernamental priista de José Calzada se estableció la corrida de toros como patrimonio cultural inmaterial del Estado de Querétaro. Esta actividad que se ha llamado “cultural” tiene mucho tiempo practicándose en nuestra entidad, y ahora que se le puede llamar un patrimonio queretano inmediatamente resalta la pregunta: ¿acaso esta actividad representa la cultura y visión de los queretanos?

La tauromaquia, cuyo significado según la Real Academia Española es el “arte de lidiar toros”, nació en España en el siglo XI, momento en que esa actividad dirigida al toro tenía varias directrices y no necesariamente estaban relacionadas con el asesinato de este animal. Por otra parte, una vertiente de la tauromaquia, conocida como la “corrida de toros”, fue una “expresión” que nació centurias más tarde, en el siglo XVIII, que es lo que hoy conocemos como la “fiesta brava” en los espacios denominados “plaza de toros”.

En este contexto, España, que para dicho siglo era una potencia imperialista y marítima, llevó su lengua, religión y cultura a los territorios que controlaba en América, Asia y Europa (aunque aquí con menos éxito). Cada sociedad recibió de manera diferente tales ideas y expresiones culturales, modificándolas en un proceso de sincretismo cultural. En México existió este proceso, no obstante se conservó la manera en la que se desarrollaban las corridas de toros.

Empero, entrando en materia, ¿qué es un patrimonio cultural? Un patrimonio cultural es aquella manifestación cultural tangible o intangible que por sus atributos particulares dan cuenta de un pasado relevante que representa la idiosincrasia de una sociedad específica y, en algunos casos, a otra sociedad que la sucede. Habiendo explicado esto, da total sentido que mucho de nuestro patrimonio cultural tangible e intangible esté relacionado con nuestro pasado y herencia prehispánica, así como de este sincretismo cultural que se desarrolló a través de los siglos entre la cultura española y las diversas culturas precolombinas que existieron en nuestro país. No obstante, no todo el patrimonio es, ni tiene que estar relacionado al pasado lejano, sino que puede estar ligado al pasado reciente, siempre y cuando represente una relevancia como manifestación cultural de una sociedad.

De esta manera, un patrimonio cultural queretano es la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro en virtud de su reproducción musical, o bien, de los “Cómicos de la Legua”, grupo artístico recientemente nombrado patrimonio. En ambos casos, las actividades que emanan de sus espacios significan una sólida manifestación cultural que representan a los queretanos, en contraste con la corrida de toros, que más allá de su antigüedad en parte del territorio mexicano, no necesariamente representa la idiosincrasia del queretano, elemento esencial para determinar el nombramiento de algo como patrimonio cultural.

En adición, algo que hay que mantener en mente es que, justo como sucede con las ideas, la cultura es dinámica y lo que alguna vez se pensó como tal, puede que hoy ya no se considere así. Si bien las corridas de toros fueron una actividad en donde arcaicamente se asumían como una manifestación cultural e inclusive artística, hoy en día existe un extenso repudio en contra de tal manifestación cuyo objetivo es torturar un animal hasta matarlo. ¿Dónde está la cultura y el legado en eso? ¿Acaso somos salvajes que nos entretiene la tortura de un ser vivo? Es totalmente inadmisible que esto se considere algo “cultural” y más aberrante es que se haya y se siga considerando como patrimonio cultural de Querétaro. Es evidente que sólo responde a intereses económicos, de lo contrario ya habría desaparecido. En lo personal, es avergonzante que se considere como patrimonio cultural; eso no es cultura ni representa mi legado como mexicano

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