El próximo 4 de junio habrá elecciones políticas en el Estado de México y en Coahuila. El proceso de la lucha electoral entre Morena y el PRIANRD durante las campañas muestra dos formas de intentar ganar el poder, a saber, Morena, por un lado, basa su estrategia en el activismo y la movilización social a partir de los ideales de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien mantiene el alza en su popularidad.

Por el otro lado, está la coalición entre el PRI, PAN y PRD, quienes a través de una alianza maldita e inexplicable deciden actuar juntos desde hace ya buen tiempo. El objetivo es detener a AMLO y a Morena, por lo tanto, su estrategia se basa en la añeja escuela del PRI: hacer trampa en las urnas a través de actividades perversas, vale decir, compra de votos, extorsiones, amenazas, robo de votos, etc., etc.

Más allá de lo anterior, a todas luces, nos guste o no, Morena es una aplanadora política frente a la coalición del PRIANRD quien paulatinamente ha venido a la baja hasta perder gran parte del territorio nacional. Por esta razón, la importancia de la elección dominical. Sin desdeñar al estado de Coahuila, la atención se centra en el Estado de México por la importancia del número de electores y por ser asiento de uno de los grupos de poder político más representativos en la historia política nacional: el Grupo Atlacomulco.

Si triunfa Morena en el Estado de México, entonces todo indicará que la correlación de fuerzas se inclinará a su favor y, prácticamente, asegurarán el gane en las elecciones políticas de 2024. Este hecho ha generado un clima de incertidumbre y temor en la militancia de la oposición al grado de pensar en hacer maletas para trasladarse a las filas de Morena u otra opción partidista. Si este escenario se cristalizara, entonces el PRIANRD entraría, prácticamente, en estado terminal.

La posible derrota de la oposición en el Estado de México ya generó fisuras en el seno del PAN, al grado que las pugnas por quién debe ser el candidato a la presidencia de la república en 2024 está a la vista.

Ya lo hemos dicho varias veces: no muestran ideales, no existe un proyecto de nación y todo se ha reducido a interpelar a Andrés Manuel López Obrador. Los slogans son muy pobres, cómo, por ejemplo, después de cuatro años y medio continúan con el “fuera López”, “dictador”, “populista”, “comunista” y, por si fuera poco, otras como “el INE no se toca”, “el INAI no se toca” y, hoy día, “la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) no se toca” por lo que, a contrapelo, la imagen del Presidente de la república continúa creciendo y los espacios de esta oposición están a la baja. Esto explica la lucha por la carroña.

Morena tampoco la tiene fácil de cara al futuro. Es más un movimiento que un partido político estrictamente hablando.

Para consolidarse debe respetar su esencia consistente en ideales y principios que le dieron sentido a su existencia.

Evitar el fenómeno del ingreso de personas sin escrúpulos, de los partidos de oposición, que por medio de componendas obtengan la franquicia para permanecer o acceder al poder para seguir haciendo de las suyas.

Después del primer domingo de junio el rostro del país cambiará.

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