Aunque me interesa la comunicación pública de la ciencia y trato de hacerlo de una manera profesional y digna, no es esta mi actividad primaria; es decir, no paga mis gastos. Ellos se sostienen con mi contribución al desarrollo científico, mientras que me formo y hago carrera como investigador.

Para ser investigador, al menos desde la perspectiva institucional, se requiere el estudio de una licenciatura y algunos posgrados. Así, mi caso se posiciona en la recta final del doctorado, y para llegar a este punto, una vez que se termina la preparatoria, se tienen que invertir al menos diez años de formación.

Tengo 31 años. Seguir siendo estudiante no solo es algo raro, sino económicamente inviable a menos que la familia sostenga los gastos. Y si fuera así, la contribución científica sería una actividad relacionada con un estrato social bastante elevado. Es decir, la ciencia estaría construida desde las altas esferas económicas.

¿Qué tipo de estudios desarrollaría una población que interpreta la realidad desde el punto de vista económico de élite? Además, ¿cómo sería la diversidad y representación de corrientes ideológicas y contextos sociales?

Aunque estudiar es un gusto y un privilegio, en la realidad nacional también es una responsabilidad y un derecho que debería estar presente para quien lo desee tomar. Así, yo no pertenezco al percentil privilegiado económicamente, tengo convicciones, deseos y perspectivas que quizás no comparto con las personas que me acompañan en el estudio o con quienes han sido docentes en mi formación. Es decir, aunque siguen existiendo fallas sistémicas de subrepresentación, existe cierto grado de diversidad que enriquece el quehacer científico  que a mi me permitió ser parte de ello.

Como mencioné antes, estoy en la recta final del doctorado y por eso pienso, con un poco de nostalgia y gratitud, sobre los factores que me han permitido llegar hasta acá, a veces liado con aquello y aquellos que han sido un obstáculo, desde la narrativa de que la ciencia la deben construir algunos, con características que no represento.

De tal manera que convertiré esta columna en una serie, al menos por un par de meses, en una narración anecdótica en primera persona, o bien, mediante entrevistas, sobre qué es formarse como investigador en México, desde el ingreso hasta la incorporación laboral, o el desempleo. 
Iniciamos.

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