Hace una década tuve la oportunidad de inmiscuirme en una conversación de artistas plásticos y amigos en el cálido marco de un café en Plaza de Armas. Los escuchaba hablar de la dificultad que tenían, no solo para dar a conocer sus obras, sino también para encontrar espacios para comercializarlas ante la enorme indiferencia de la mayoría de la gente en torno al tema. Yo les comenté que a las personas que no tenemos cercanía con el arte nos cuesta mucho trabajo plantarnos frente a una obra, cualquiera que esta sea, atrevernos a expresar siquiera una opinión, además de que nunca, en nuestra formación desde la infancia y hasta la juventud, era considerado de importancia el conocimiento sobre el arte y la cultura. Lo anterior obedece, pienso yo, a que nos invade un gran temor a manifestar nuestra ignorancia y caer en el ridículo ante los demás. Esa era una razón suficiente para alejarnos del tema lo más pronto posible. No recuerdo una sola ocasión que en reuniones de amigos y compañeros de escuela se hablara del arte, a menos que conocieras específicamente a alguien relacionado con la actividad. Pero además, efectivamente no era un tema de importancia para la formación de la mayoría de los niños y jóvenes de entonces. Las prioridades eran otras. La gente que adquiría arte era un porcentaje verdaderamente reducido, las más veces relacionado con quienes tenían un vínculo con artistas plásticos. Las visitas a museos eran consideradas como una mera obligación escolar y pasaban con la velocidad que se hacen los recorridos en grupos, sin dar espacio para la reflexión y la contemplación. Volviendo al desarrollo de aquella plática, tuvimos una interesante conclusión, en el sentido de que el primer paso para apreciar el arte es reconocer que no tenemos que dar ninguna otra explicación más allá de manifestar lo que sentimos al estar frente a cualquier obra. La emoción puede ser positiva, negativa o simplemente indiferente. La realidad es que los seres humanos estamos siempre ávidos de buscar emociones y el arte es un extraordinario camino para ello. De ahí, como cualquier actividad que nos agrade, será necesario obtener información sobre la misma y poco a poco documentarse más para llegar a hacerla parte de nuestras actividades cotidianas. Así ocurre con los deportes y otras actividades que las personas realizan. No fui la excepción y hoy disfruto mucho de conocer y apreciar el trabajo artístico que muchas personas realizan. Poco a poco vencí el temor y decidí conocer e informarme un poco más. Para fortuna, he visto como, poco a poco, más personas se interesan en el tema y acuden con mayor frecuencia a exposiciones que a su vez van creciendo en número y en espacios destinados a ello. Ojalá y pronto también se abran más espacios para la formación académica de muchos jóvenes que descubren su talento y se preparan para que lo descubran los demás con la esperanza de encontrar en ello un modo digno de sustento y de vida. Querétaro, como muchas ciudades del centro del país, tiene una enorme riqueza cultural e histórica, así como un acervo artístico que le ha hecho merecedora de ser considerada Patrimonio Cultural de la Humanidad. Sin embargo, es necesario que día a día crezca más la cifra de sus habitantes que cautivados por el arte y perdiendo el temor inicial a expresar lo que una pintura, escultura o fotografía les hace sentir, puedan disfrutar y conversar sobre el trabajo que los artistas queretanos de nacimiento o adopción realizan. Adicionalmente a ello y de manera muy importante, es que los visitantes encuentren estas expresiones artísticas y muchas otras más cotidianas como la música y el teatro. De igual manera, la gran cantidad de empresas y empresarios chicos, medianos y grandes, pueden abrir sus puertas al arte y darles a sus empleados la oportunidad de conocer sobre el tema. No puedo dejar pasar lo valioso que ha resultado el cuidadoso uso de los espacios públicos, en ocasiones revestidos de esculturas, exposiciones y eventos que fomenten la convivencia, de tal suerte que en unos años podamos consolidar este estado como un destino cultural y una de las emociones sigamos sintiendo sea el orgullo de conservar un nuevo Querétaro, lleno de expresiones, de artistas y de amantes del arte mismo.

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