El primer debate, de dos anunciados, se celebró el jueves entre los diez candidatos a la gubernatura de Querétaro. Realizado en el Centro de Negocios de la Universidad Autónoma de Querétaro, buscó ser la materialización de una práctica democrática y ofrecer a la ciudadanía acercamiento de los candidatos y sus propuestas. ¿Funcionó? ¿Qué apuntes se pueden ofrecer del evento?

Si bien el debate abordó preguntas de seguridad pública, género, apego a la ley, protección al medio ambiente, salud, educación, etc., realmente poco de escuchó de las propuestas de los candidatos a comparación de las preguntas realizadas. Entre que evadían responder las inquietudes de la ciudadanía y usaban el tiempo para promocionarse de forma diferente que a través de sus propuestas, el tiempo destinado al “debate” se diluyó.

Es claro que los candidatos estaban ávidos por presentarse al público y ofrecerle un mensaje de confianza para recibir apoyo. Es natural en las campañas electorales, pero hay momentos para hacerlo y saltarse los lineamientos del ejercicio democrático del debate lo que puede generar en realidad es una percepción negativa de la ciudadanía hacia los candidatos. Aquí, la pregunta surge: ¿por qué no siguieron las reglas? ¿Acaso es ingenuo preguntarse eso?

Eventos recientes que podemos recordar en este contexto fueron los debates presidenciales entre Donald Trump y Joe Biden del año pasado. Mientras que uno seguía las reglas del evento, a saber: apegarse al tiempo establecido, no interrumpir al contrincante y, más importante aún, responder las preguntas formuladas; el otro, por el contrario, hizo del debate un carnaval al interrumpir y atacar recurrentemente al o a la moderadora y a su rival, y al ignorar en la mayoría de las ocasiones a las preguntas.

El debate entre los candidatos para la gubernatura de Querétaro no fue tan caótico como el descrito arriba, pero en su generalidad se falló en atender las reglas del evento que las moderadoras principales señalaron desde un inicio. Interrupciones entre las personas presentes fueron mínimas, eso es verdad, pero desatender a las moderadoras e ignorar las preguntas de la ciudadanía en general no es un gesto apropiado de alguien que aspira un cargo de elección popular y no es una buena práctica del ejercicio democrático.

En otros momentos se dio la oportunidad a los candidatos de ejercer la réplica y contrarréplica, previo aviso de usarlas adecuadamente. Sin embargo, el caso omiso de las indicaciones se hizo presente, y fueron utilizadas indiscriminadamente para ofrecer anuncios al público y pedir su apoyo en las votaciones. No se les puede privar a los candidatos del derecho a la réplica y contrarréplica, pero solicitarlas para otros propósitos evidencia el mínimo compromiso con las prácticas democráticas del evento.

Finalmente, otro punto a destacar fueron las respuestas. Si bien unas atendían a las preguntas, otras explicaban el problema en turno, mismo que la ciudadanía está al tanto de su existencia, mas no se ofrecían propuestas para su solución. Pero inevitablemente surge la duda: si los candidatos no pueden seguir reglas tan básicas del debate como las mencionadas reiteradamente por las moderadoras, ¿qué se puede esperar de la ejecución de sus propuestas y del mismo ejercicio de gobernar?

Niels Rosas Valdez
Escritor, historiador e internacionalista
niels.rosas@gmail.com
@NielsRosasV (twitter)

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