Un día me vi escuchando a Elvis en una tornamesa de esas antañas, mi madre hizo algo conmigo que cambio mi vida para siempre, estando pequeño siempre en casa hubo mucha música, (mi papá era músico vernáculo), y mi mamá era de esas mujeres que les tocó vivir la llamada liberación femenina, ser una hippie de las reales, ella supo lo que era la rebeldía en un tiempo de revuelta.

Ella me platicó la forma en la sufrió de niña, cuando se sufrían realmente carencias, proveniente de una de esas familias en donde se tenían numerosas cantidades de hijos y se comía un pan repartido con frijoles, me comentó la clásica historia donde acompañas a tu amiga a buscar trabajo y te quedas tú en el puesto, tuvo la oportunidad de ser pionera en índoles gandallas, donde se vivió realmente la discriminación por  ser mujer, se llenó de regocijo cuando realmente prosperó y pudo ayudar a su familia a salir adelante, mucho más cuando su papá (mi abuelo) y ella fueron el soporte para pagar los gastos de la casa.

Siempre ha sido una mujer alegre con un carácter amargo, alguna vez uno de sus mejores amigos le hizo un comentario que, al tiempo, se convirtió en un chiste: “Cony ni los moscos quieren picarte, vuelan hacia a ti y te ven y hasta rechinan para no llegar”; le encanta bailar, aunque no lo hace muy bien, todos los días cocina, nos consiente mucho,  pero nos regaña más y, sobre todo, nos protege, jajaja,  a pesar de ser ya unos adultos, pero eso será algo que le agradeceré de por vida.

Hace unos meses tuvo la mala pasada de perder a su pareja por más de 40 años de vida, fue algo horrible porque no se encontraba cerca cuando le dimos la mala noticia que mi padre estaba enfermo, ella estaba lejos y no podía regresar a estar a su lado, hizo todo lo posible por volver mientras don Beto minaba cada vez más su salud, la vida no le permitió estar más que tres día a su lado, dejando sólo un momento en el cual quedó plasmado un mirar de ojos de amor, uno al otro donde se manifestaron todo el amor que se tenían para después partir al cielo donde algún día volverán a encontrarse.

Ahora vuelve a partir, se va al norte con mi hermana a ser testigo de su unión matrimonial,  con el corazón roto por dejarnos, pero con el alma llena de emoción, vida y ganas de volver a tener una sonrisa en su rostro. Mamá sólo quiero decirte que te amo y que soy un hombre afortunado porque todos los días de mi vida me has dado tu amor, cariño y sobre todo tu bendición.

Mil gracias siempre Cony y que Dios guíe tu viaje, soy el Pollo Rock y nos leemos la próxima semana.

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