Hace unos días la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público firmaron un convenio de colaboración único en su clase. Esto posiciona a la máxima casa de estudios de Querétaro en un escenario que no sólo le dará más legitimidad, sino que sería reproductora del cambio positivo en México. ¿De qué trata este convenio y cuál será su impacto en nuestra sociedad?

Teresa García Gasca, rectora de la UAQ, y Santiago Nieto Castillo, titular de la UIF, celebraron en la semana la firma de un convenio trascendental para Querétaro y México. En un primer momento, la intención de este acuerdo es mejorar los mecanismos de transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción de la institución académica queretana. Para ello, ésta recibirá capacitación que le permitirá reforzar dichos mecanismos.  No obstante, el proyecto a futuro es que, a raíz del convenio, la Universidad se convierta en una entidad que pueda capacitar y acreditar a sujetos obligados en transparencia y rendición de cuentas en la sociedad.

Todos recordamos vívidamente el escándalo que propició el brillante reportaje elaborado por el portal de noticias Animal Político y el think tank Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, publicado en 2017. En él se evidenció cómo el Gobierno Federal de Enrique Peña Nieto había desviado más de 400 millones de dólares a través de 128 empresas fantasma, situación en la que también fueron involucradas varias dependencias gubernamentales, entre las que destacan la Secretaría de Desarrollo Social, con Rosario Robles al frente, y Petróleos Mexicanos, siendo Emilio Lozoya su director general; pero también a casi una decena de universidades públicas, situación que crea una desconfianza nueva en la sociedad.

Este recurso público que fue desviado por el gobierno priísta de Peña Nieto debió haber sido ocupado para un buen número de programas sociales, proyectos de infraestructura y demás, que traerían un beneficio para la población. Pero en cambio, fue dirigido a los bolsillos de una variedad de funcionarios públicos y de rectores. Esto sigue teniendo implicaciones severas, sobre todo porque en un acto de corrupción del Estado, que sabemos que son frecuentes, ahora algunas universidades públicas participaron, situación que en contraste no suele serlo.

En general, a la universidad se le percibe como ese espacio plural, libre, autónomo y abierto en la sociedad en el que las buenas prácticas se emanan, se suscitan y se reproducen. Desde luego, esto no siempre ocurre, pero habitualmente su comunidad académica y estudiantil muestra esta actitud y participación distinguida y ejemplar. Por ello, el convenio de colaboración entre la UAQ y la UIF permitirá que nuestra máxima casa de estudios aleje las malas prácticas de la corrupción y secrecía, y promueva un panorama más pulcro y transparente de las acciones que realice dentro y fuera de la institución.

Esta acción fortalece a la UAQ como esa entidad participativa y propositiva en la sociedad, y comprometida por un mejor Querétaro y México.

Su compromiso ha sido evidente al generar programas y apoyos sustanciales en regiones lejanas a la capital, como la Sierra Gorda y el semi-desierto queretano, pero también al destinar recursos materiales, económicos y humanos en el diseño de una vacuna para  Covid-19, en la que ha tenido un progreso impresionante. Y ahora, el convenio de colaboración con la UIF ubicará a la UAQ no sólo como una institución académica altamente comprometida por la transparencia y rendición de cuentas, sino como la única, hasta ahora, que liderará tal combate a la corrupción que tanto necesita nuestro México. ¿Acaso se sigue teniendo dudas del rol e impacto positivo de las universidades públicas?

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