Se dice que las elecciones de los Estados Unidos de América son tan importantes, que deberían instalarse urnas en todo el mundo.

La decisión de los estadounidenses tiene efectos indiscutibles en todo el planeta. Nuestro vecino del norte es un factor poderoso en el terreno económico, político y militar en todo el globo.

La determinación de quién será el llamado líder del "mundo libre" atañe al interés de todos, y más aún a un país como México que tiene una vecindad geográfica y multifactorial.

La reciente presencia de Donald Trump en México —como era natural esperarlo— causaría estupor, irritación y molestia social. Objetivamente, las críticas al hecho como tal han puesto al presidente Peña Nieto en el centro de una tormenta en la que muy variados enfoques han traído y llevado todos los puntos de vista posibles.

Como legislador, y como miembro del partido del Presidente, el PRI, pareciera que mis puntos de vista a favor serían subjetivos. No obstante, por más de una década he impartido el curso de Derecho Internacional que incluye los aspectos diplomáticos que están en juego en una relación bilateral o multilateral, por lo que aludiré a los aspectos de política exterior y derecho.

En el caso mexicano, el Presidente es el Jefe de Estado y de Gobierno. Para estos efectos, el Ejecutivo dirige la política exterior de nuestro país bajo distintos principios denominados ius coges, es decir, las normas imperativas que rigen a las naciones. En ello deriva "la no intervención", principio que rige incluso en la Carta de las Naciones Unidas, es decir, la no intromisión de los extranjeros en los asuntos políticos y de decisión interna en un país. En este sentido, el Presidente no violentó tal cuestión al realizar una invitación a ambos candidatos: Hillary y Trump; es decir, respetó la base de abrirse a la pluralidad y no tomar partido ni por uno, ni por otro. Trump respondió primero la invitación para apersonarse en nuestro país, y tomó la ruta de la política escandalosa y la antidiplomacia.

La autodeterminación es otro principio, y significa que todo país se da a sí mismo sus leyes, su gobierno y sus propias decisiones soberanas. Trump es quien quebranta esta norma internacional, dado que quiere imponer el "pago" de un muro a los mexicanos, infringiendo uno de los axiomas que las Naciones Unidas han establecido como un principio de paz entre los Estados. El Presidente Peña ha expresado el rechazo a dicho muro en diversas ocasiones; construir un muro o no, es una decisión soberana de Estados Unidos, propia y en el marco de la misma autodeterminación de los pueblos, no obstante que el muro sea una idea por demás absurda, Trump viola el Derecho Internacional.

Más allá de las consecuencias mediáticas y relativas a la popularidad, el Presidente de México, ante una elección suigeneris y que pudiera tener efectos de todo tipo para nuestro país, se finca en esta invitación el principio de la "cooperación internacional para el desarrollo y la lucha por la paz y la seguridad internacionales", es decir, coloca por encima de la coyuntura, aquellos aspectos que hacen que un jefe de estado esté obligado a tender puentes y lazos en el marco de la diplomacia, el diálogo y el entendimiento.

Hay profundos agravios de Trump a México. Todos los reprochamos. El Presidente en primera intención, tiene la obligación mantener una buena relación con el país más poderoso del mundo. Sin "entreguismos" y salvaguardando nuestros intereses; no obstante, el presidente de México está muy por arriba de las agresiones verbales y las ideas absurdas de Trump. El Presidente cumple con su responsabilidad en no convertirse en lo mismo, en un agresor irreflexivo.

No esperemos una pelea de box. Peña Nieto apostó a la diplomacia y a la política, que son la base para el entendimiento en cualquier civilización.

Entiendo que hay enojo y que queremos canalizarlo de alguna manera. A mí me queda claro que el Presidente ha buscado proteger al país frente a la posibilidad de una elección en la que sus resultados puedan impactar a México en todos los sentidos. Adelantarse a cualquier escenario fue la decisión, y no esperar a que el tiempo transcurriera con resultados inciertos en la elección de Presidente en Estados Unidos.

Que Hillary venga a México es obligado. Ello debe demostrar que la candidata demócrata tiene el tamaño de una mujer de Estado y que comprende las implicaciones de las relaciones con México más allá de las personas y de su propia elección.

Cuando la política fracasa, lo que sigue es la guerra. México históricamente siempre ha sido un país que ha mantenido paz y el respeto por el Derecho Internacional, por el bienestar particularmente de quienes vivimos aquí, en nuestro México.

Diputado federal.

@BraulioPRI

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