La visita de Andrés Manuel López Obrador a Donald Trump representa una apuesta electoral para ambos mandatarios, en campaña. Para Donald Trump está en juego, en noviembre de este año, la reelección, por cuatro años más; y para López Obrador, en junio de 2021, la mayoría en la Cámara de Diputados, necesaria para el avance y permanencia de la 4T durante varios sexenios.

El pésimo manejo de la pandemia de Covid-19, para Trump, le ha valido que su contrincante, el demócrata Joseph (Joe) Biden lo aventaje con 19 puntos, por lo que la visita del mandatario mexicano representa la recuperación del voto latino, tradicionalmente republicano, pero ahora a favor de Biden.

En el caso mexicano, derivado de la pandemia, AMLO requiere del apoyo económico de los Estados Unidos para reactivar las inversiones y el empleo por lo que su prioridad está en atraer las inversiones americanas dentro del T-MEC; la defensa de los derechos de los connacionales (la no deportación de trabajadores y dreamers mexicanos); evitar el tráfico de armas; y favorecer los temas ambientales.

De acuerdo a la agenda política de los Estados Unidos, ésta incluía los siguientes temas: la cancelación de la planta de la cervecera Constellation Brands, en Mexicali; el cambio de reglas en materia de exploración petrolera y energías limpias (plantas eólicas), por parte de la Secretaría de Energía y de Pemex, que afecta la seguridad para los inversionistas (“no es el momento oportuno de invertir en México si se ven cosas desalentadoras para la inversión extranjera”, declaró días antes el embajador de Estados Unidos en México, Christoper Landau); la investigación, de la PGR, a instancias del gobierno americano, para sancionar a empresas mexicanas que venden alimentos a Venezuela, violando las sanciones impuestas por EU contra el gobierno de Nicolás Maduro; el tráfico de drogas desde Venezuela (México derribó una aeronave venezolana con droga, a instancias del gobierno de EU, la víspera del encuentro); y, los cárteles mexicanos de la droga.

El Presidente mexicano, en un discurso dirigido para los migrantes mexicanos, cumplió su parte del acuerdo al apostarse, electoralmente hablando, por la candidatura de Donald Trump, elogiando a su persona y recalcando el buen trato hacia México y los mexicanos, para acercarle el voto latino. A diferencia de la elección anterior, en la que Trump basó su campaña en denostar a los mexicanos y en exigir a México el pago de la construcción de la muralla que separa a ambas naciones. En esta campaña se espera que no haya nuevas denostaciones hacia los latinos y en especial hacia los mexicanos.

El gobierno americano apapachó al mexicano no incluyendo en la agenda el tema del muro (la muralla); blindó a AMLO de la feroz prensa estadounidense que carece de personajes a modo como “Lord Molécula” y similares; y, detuvo con fines de extradición al exgobernador de Chihuahua, César Duarte.

Aunque, informativamente hablando, la visita no fue noticia para la prensa americana, para la mexicana sí lo fue porque AMLO no fue vapuleado en público como preveían buena parte de sus críticos.

Conviene no confundir la foto con la película. Esto es, la reunión pragmática de dos presidentes en campaña con la compleja relación de dos países. Se evadieron los temas centrales y los dos mandatarios aprovecharán electoralmente el encuentro.

Habrá que seguir analizando la realidad, más allá de esta puesta en escena.

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