El miércoles 1 de diciembre comenzará la segunda mitad del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, periodo de una “transformación” (así, entre comillas) llena de errores pero también de aprendizajes.

Por un lado el cúmulo de equivocaciones e incluso contradicciones entre el discurso y las acciones de López Obrador (su gobierno), sobre todo en Comunicación. Del otro lado, los aprendizajes –aciertos o ventajas, según simpatizantes- en 36 meses.

La más reciente equivocación del presidente López Obrador, con la gravedad o no que se quiera reconocer, fue el acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) so pretexto de “blindar” obras de gobierno. Además, da elementos y soporte a la crítica porque muestra su aversión o rechazo por la transparencia informativa.

Hace un año referíamos en este espacio que el Presidente puede lo mismo hacer jugadas magistrales de Comunicación Política, que tener un instinto “kamikaze” en menos de 72 horas. De 2020 a 2021 ha reafirmado, en los hechos, esta apreciación.

Porque mientras supo cómo “apagar” o aminorar un escándalo en su contra con la designación de Pablo Gómez al frente de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) apenas horas después del #GuatemalaGate con la boda de Santiago Nieto y la consejera Carla Humphrey, posteriormente AMLO proporciona elementos para que la oposición lo ataque y deja entrever que le concede demasiada importancia, más de la que merece, a LatinUs.

Las conferencias de prensa matutinas en Palacio Nacional o en la ciudad donde el Presidente esté de gira, no terminan de “cuajar” en materia de comunicación.

Siguen desaprovechadas al 100%, o no terminan de entender la inmejorable oportunidad de posicionar los discursos (cosa que de alguna manera se ha logrado), sino de mantener coherencia con el proyecto y evitar obsesionarse con “enemigos” o “los conservadores”.

Una equivocación más ha sido sumar universidades e instituciones de educación superior públicas, organismos constitucionalmente autónomos, a la lista de las diferencias o la confrontación. Además del Instituto Nacional Electoral (INE), principalmente los consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, se han sumado el CIDE (Centro para la Investigación y la Docencia Económicas), la UNAM, un grupo de científicos del Conacyt, y el INAI.

Un error más: se deja un espacio a la improvisación y espontaneidad del Presidente, sobre todo ante los cuestionamientos y comentarios de la prensa. Cuando era un líder de la oposición esto le funcionó por más de 15 años, ahora es Presidente de la República. La forma de abordar los problemas del país y a la prensa no puede ser igual.

Por otro lado se pueden ubicar los aprendizajes, tanto en su administración pero también visibles en la sociedad. Aunque falta que los entienda la oposición. A más de 40 meses del triunfo electoral de AMLO en 2018, parece que no dimensionan que la fortaleza del Presidente va más allá de la investidura o cargo. Se cimenta en un fenómeno social.

En su afán de criticar todo, han publicado y compartido en sus redes sociodigitales, imprecisiones sin verificar. Caen en el ritmo y el son que les marca el Presidente desde “la mañanera” (parece que ni cuenta se dan), y han llegado a grado de asumir como estandartes informativos a personajes que no tienen credibilidad ni hacen periodismo.

Falta creatividad e innovación desde los partidos políticos de oposición, los sectores que no simpatizantes con la llamada “4T”. El país merece más.

Periodista y profesor de la UAQ

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