El de antenoche fue el mejor formato y el mejor debate. En un lugar espléndido: el Museo Maya, en Mérida, Yucatán. Por breves momentos fue un verdadero debate sólo interrumpido por “las jaulas del tiempo” de los moderadores. Déjenlos que se den con todo para conocerlos mejor, pensaba. Demasiados temas. Dos-tres son suficientes. No cinco. Demasiados problemas y muchas promesas; pocas propuestas reales y creíbles.
Andrés Manuel López Obrador. No es un político de salón sino a la intemperie, de acción, de voluntad. ¿Hasta dónde llegará su voluntarismo? ¿Sabrá ver y escuchar a la realidad y rectificar el camino cuando ésta lo contradiga? La reforma moral la venimos escuchando desde tiempos de Miguel de la Madrid (1982-1988). ¿Podrá hacer en su sexenio, si llega, la reforma del Estado mexicano tan necesaria? Es cierto, es más un hombre de ayer que del mañana. Pero no olvidemos que “la modernidad es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer”.
José Antonio Meade . Es el teórico de la realidad abstracta, los números, los datos, las estadísticas, los millones y millones de dólares, las personas como datos estadísticos, no personas con deseos y pasiones. El maestro de altos estudios y el político de gabinete. Todo eso también es importante y sería lo de menos si cuestionara lo que es la historia del PRI en el sistema del poder. Pero la mirada del político y del profesor escudriña a Anaya y a Obrador, no al sistema de Peña, Calderón, Fox, Zedillo, Salinas, De la Madrid… ¿Sabe dónde está parado? ¿Flota en las nubes de la realidad? ¿Su país de oportunidades no tiene corrupción, impunidad, violación de los derechos humanos, crímenes y delitos políticos? Ah, las mujeres y la selección de futbol, ¡suerte!
Ricardo Anaya . Su cierre fue el mejor y realmente brillante. Gran político verbal:
—De que México va a cambiar, no hay duda. Mucho más de la mitad ya no quiere saber más del PRI; y la gran mayoría, tampoco quiere saber nada de López Obrador. No se trata de votar por lo que nos divide, sino de votar por lo que nos une como mexicanos. Yo quiero un México en el que el gobierno se conduzca con honestidad; quiero un México con gobernantes a la altura de la mamá y el papá, que se quitan el pan de la boca para dárselo a sus hijos… Si tú quieres ese mismo México, te invito a que salgas a votar… Transformemos el enojo en esperanza y la esperanza en felicidad. Vamos a ganar.
Político verbal impecable. ¿Hay correspondencia entre su verbo (lúcido, florido, puntilloso) y la realidad real de México, el PAN y su carrera política? ¿Tienen realidad social sus palabras? ¿El peleonero y víctima es también creador de realidades o de fantasías? La realidad picuda tiene la última palabra.
Jaime Rodríguez Calderón. El Bronco se divierte atacando a los otros tres que, dice, son lo mismo, la tercia maldita, y uno se entretiene con el folclórico señor Bronco, el candidato del Tribunal Electoral Federal y la democracia manchada desde el poder. “Vota Bronco, vota independiente, atrévete a ser valiente, quítate la pata del pescuezo”. Si los otros tres no son lo que dicen, ¿El Bronco sí es lo que nos dice ser, un candidato ciudadano independiente y picudo? ¿O es puro jarabe de pico? ¿Qué dicen hoy en Nuevo León?