Hace tres décadas, las sociedades de la mayoría de los países en el mundo estaban totalmente ajenas al concepto de la sustentabilidad y hasta nuestros días pareciera que no hay la claridad suficiente sobre el mismo y sus renovados alcances. Sobre todo porque la definición del término ha estado vinculado a los sistemas biológicos que se mantienen diversos y productivos con el transcurso del tiempo y se refiere a cómo una especie mantiene un equilibrio con los recursos de su entorno. Es justamente en  1987, cuando se da a conocer el llamado informe Brundtland, realizado por la ex-primera ministra noruega Gro Harlem Brundtland, el cual fue elaborado por distintas naciones en 1987 para la ONU y encabezado por la entonces primera ministra. Dicho documento utilizó por primera ocasión el término "desarrollo sostenible o sustentable” para hablar de la necesidad de un mayor equilibrio en lo que a la humanidad se refiere.

Celebramos este 2017, treinta años del documento que sigue vigente en su legítimo reclamo. Desde aquel entonces, se han ampliado los alcances del término sustentabilidad. Se habla de varios tipos: la ambiental, la económica, la política y la social; cada una de ellas con una definición propia, pero estrechamente relacionadas tanto con la armonía en el desarrollo del ser humano en un marco de respeto a todo su entorno, como con las condiciones que tienen que ver con la sana convivencia entre seres vivos. La gran mayoría de las personas que hablan de la sustentabilidad, la relacionan exclusivamente con la ecología, lo cual es totalmente explicable por el origen del concepto, el cual habla de la preservación responsable de los recursos naturales en su utilización y el desarrollo humano cuidando el medio ambiente.

La sustentabilidad política tiene que ver con la redistribución del poder, de contar con un gobierno seguro que garantice un marco jurídico  de respeto a las personas y el ambiente fomentando relaciones y acciones encaminadas a mantener y mejorar el nivel de vida. Por su parte, la sustentabilidad social pretende el fomento de valores como el respeto a la naturaleza, mejor educación y formación,  así como la generación de condiciones de respeto y armonía, también encaminados a propiciar un mejor nivel de vida y convivencia para las comunidades. La sustentabilidad económica se refiere a la adecuada generación y redistribución de riqueza con mayor equidad y solvencia, buscando el equilibrio entre el hombre y la naturaleza y evitando sacrificar generaciones futuras.

Uno de los aspectos más interesantes que se han venido gestando a lo largo de todo este tiempo que hemos utilizado y validado la sustentabilidad, es que ha sido verdaderamente dinámica y no ha quedado tan sólo vinculada a la ecología, sino que lleva consigo el reconocimiento de un entorno mucho más amplio que el propio medio ambiente. Es decir, la sustentabilidad tiene que ver con el compromiso de las personas, de las empresas, de las instituciones públicas y privadas con su entorno en general, que además del medio ambiente, lo conforman otras personas, empresas e instituciones. Además, debe darse en condiciones de corresponsabilidad, respeto, solvencia económica y moral de las partes para cuidar, proteger y administrar los recursos naturales y materiales, de tal suerte, que no se lleguen a comprometer aquellos recursos y elementos futuros de las generaciones que vendrán delante de las nuestras, para que vivan y se desarrollen en condiciones de armonía y equilibrio.

La solvencia, el cuidado del entorno y la administración de riesgos son condiciones generales para alcanzar el equilibrio y la armonía en todos las figuras de las que podemos formar parte los seres humanos en nuestra vida en comunidad. No se puede pensar en que falte el cumplimiento de alguna de estas condiciones para hablar realmente de sustentabilidad. Por ello, reviste mayor importancia la necesidad de enfrentar los retos que nos presentan situaciones de pobreza extrema, hambre, insalubridad en las sociedades, pero también, el calentamiento global  en el medio ambiente y muchos otros más para pensar que las nuevas generaciones, además de ciertos adelantos tecnológicos y de esperanza de vida, tengan consigo también oportunidades de una vida verdaderamente sustentable en este pequeño planeta, del cual forma parte este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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