Vaya revuelo que ocasiona el presidente López Obrador con cada declaración que realiza, ya sea por lo directo y concreto que suele ser su discurso ante las injusticias o por el revuelo que ocasiona un mandatario que no se deja apantallar por la camarilla de mafiosos que sexenio tras sexenio amagaban y compraban al gobernante en turno para hacer lo que les complaciera sin consecuencia alguna, siempre anteponiendo sus intereses sobre el bienestar popular o el futuro del país. Este pequeño grupo que se comportó como si fueran los verdaderos dueños de México son los que hoy en día critican con dureza al titular del Ejecutivo federal, financian campañas de políticos bajo el compromiso de fungir como un obstáculo para AMLO, al mismo tiempo que le apuestan a la desinformación masiva, con el objetivo de desacreditar la imagen presidencial, acciones que no les han brindado fruto alguno, ya que la simpatía y respaldo que hoy en día tiene el ex jefe de gobierno de la Ciudad de México, simple y sencillamente no tiene precedente.

Muestra de las estrategias fallidas de los opositores al gobierno de la cuarta transformación, fue la llamada marcha en defensa del INE, donde la Ciudad de México y otras ciudades fueron el escenario perfecto para que aquellos que están en contra de AMLO pudieran expresarlo sin tapujo alguno, muchas veces desde el desconocimiento y la ignorancia, movilizados por visceralidades y con un notable clasismo en cada una de sus consignas, demandas y posicionamientos.

Varios medios de comunicación utilizaron las mejores fotos del evento para ilustrar sus portadas cuyos titulares hablaban sobre una movilización histórica, la realidad es que esa marcha podría perfectamente embonar en la medianía, nada fuera de lo común se vió en las calles y muchos menos en sus asistentes, los cuales en repetidas ocasiones quedaron evidenciados como ignorantes de lo que plantea la reforma electoral y cuál es la intención de que la misma se aprobada e implementada lo más pronto posible.

Ante ese suceso, muchas voces reconocieron que por primera vez la derecha había encontrado una razón para tomar las calles, solo que al contrario de lo que ellos hacían, los hoy espectadores solamente vimos con sorpresa que aquellos que juraban irse de México si AMLO ganaba, eran los mismos que pedían respeto a la democracia. Y disculpe usted, estimado lector, pero ¿quién en su sano juicio puede estar en contra de cerrarle la llave a la clase política, que poco o nada han aportado durante años? En verdad hay que tener muy poca vergüenza, como varios diputados y diputadas blanquiazules, que sin mover un dedo, hoy en día ocupan sus espacios de representación popular para golpear a López Obrador, en lugar de sumar para la construcción de un país mejor.

Mientras usted lee esta participación, miles de mexicanos y mexicanas nos estaremos preparando para de manera voluntaria, con alegría y el corazón por delante, acompañar el próximo 27 de noviembre al Presidente en una marcha que pasará a la historia no sólo por su magnitud, sino como un simbolismo que representa a millones de mexicanos y mexicanas que desde hace más de dos décadas estamos convencidos de que Andrés Manuel López Obrador es el precursor de la transformación y dignificación de la vida pública de México.

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