Arrancamos el año 2020 con fuerza y convicción de que podemos crecer todos, sin excepción. En el Senado de la República no nos detendremos en la construcción de una agenda legislativa donde la movilidad social se convierta en una realidad para los mexicanos; donde la desigualdad, la falta de oportunidades y la pobreza dejen de ser el destino de millones de nosotros, a pesar de las resistencias de grupos acostumbrados al privilegio a costa de la pauperización de la mayoría.
En este tenor, entendemos la situación del hermano pueblo boliviano, que de registrar un PIB per cápita de 955 dólares en el año 2006, cuando recién iniciaba su primer periodo de gobierno el presidente Evo Morales, pasó a 3 mil 172 dólares en 2017, es decir, la producción promedio por boliviano se incrementó 232%, más de 21% anual.
Donde su Producto Interno Bruto (PIB) experimentó un crecimiento promedio de 4.9% durante el mismo periodo; la población en situación de pobreza pasó de ser de 60.6% al 34.6%, mientras que la pobreza extrema también se redujo de 38.5% a 15.2%; donde el salario mínimo pasó de 440 bolivianos a 2 mil 060 (1 boliviano = 2.81 pesos mexicanos); al tiempo que el analfabetismo se reducía de 13.3% de la población a sólo 2.4%; y dónde la esperanza de vida en 2006 era de 66 años, mientras, para 2018 ya era de 71 años en promedio.
Sin duda Bolivia se estaba convirtiendo en toda una promesa para millones de habitantes olvidados por el desarrollo en América Latina, sin embargo, se ha visto envuelta injustamente en una vorágine golpista que quiere retornar a épocas obscuras, a través de cuestionables liderazgos que en su momento jamás mostraron ni la capacidad ni la voluntad para sacar al pueblo boliviano adelante, sin excepción, incluyendo indiscutiblemente a la mayoría indígena.
Gobierno de facto que llega sin votos en la mano, sin la mínima legitimidad, más allá de las armas y la fuerza bruta que le respaldan, que además se ofende y ofende sin reparo de manera directa o a través de personeros al mínimo cuestionamiento de las terribles formas que les permitieron hacerse del poder, agrediendo a las naciones que no coincidimos con su visión y que se encuentra persiguiendo, reprimiendo y neutralizando a su propia población que no comparte su infame ascenso; el mundo entero hemos sido testigos de ello.
Hoy, en nuestra calidad de senadores del grupo parlamentario de Morena y con fundamento en la fracción I del artículo 76 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, donde se establece como una facultad exclusiva de la Cámara Alta analizar la política exterior desarrollada por el Ejecutivo Federal, respaldamos la posición del Gobierno del la República que encabeza nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, que se solidariza con Bolivia a través de nuestra nobilísima tradición diplomática en favor del asilo y la paz.
Lamentamos por supuesto las represalias que recibimos por el auto declarado gobierno de Jeanine Áñez, dada nuestra sólida posición desde un primer momento, que va más allá de los juicios que se pudieran tener sobre el desempeño de Evo Morales, pues se trata de defender la vigencia del asilo, el derecho internacional y de los acuerdos de la Convención de Viena que rigen las relaciones internacionales.
Siendo su más reciente capítulo el que se ejerció contra nuestra embajadora, María Teresa Mercado Pérez, que ya se encuentra en territorio nacional al ser declarada non grata, y contra representantes de otros países, lo que consideramos no abona a la solución de la falta de entendimiento que entre naciones debemos tener, en la búsqueda del bien común, la convivencia y el respeto internacional.
Hacemos votos para que en aquel país sudamericano regrese la cordura y con ello a la senda del desarrollo sin exclusión, de forma pacífica, en unidad nacional. Desde México nos solidarizamos de manera respetuosa con nuestros hermanos bolivianos, sin duda, podría decirse que hasta nos identificamos con su lucha.