Hace un par de semanas se llevó a cabo el foro “Calidad del aire y cambio climático” en las instalaciones del Congreso del Estado. Parece ser, al juzgar por el artículo que publicó Zulema López en EL UNIVERSAL Querétaro del 27 de noviembre, que en ese evento se expresó por Diana Ponce Nava, integrante del Consejo de Cambio Climático, que la sobreexplotación de los acuíferos daña el sur de nuestra ciudad capital, basada en el Atlas de Riesgo del 2015 correspondiente al municipio de Querétaro, lo cual llamó la atención de mis colegas y la propia, pues lo consideramos errado.

La recarga del acuífero, según cifras oficiales, por lluvia es del orden del 11% y la inducida del 39% (Urquiza E. M. M., 2005, “El agua en la zona metropolitana de la ciudad de Querétaro”. La Ecología Política en la Cultura del Agua en Querétaro. Edición UAQ y Michigan State University, pp 101-114.), esta última bajo la hipótesis de que las fugas en el sistema de agua potable de la ciudad recargan el acuífero, lo cual no está demostrado y tampoco lo relativo a la recarga por lluvias.

Al respecto, es prudente advertir sobre la incertidumbre respecto a la recarga del acuífero, si bien es cierto que existen zonas que presentan permeabilidades que podrían facilitar la infiltración del agua proveniente de las lluvias, es prudente destacar que no se tienen pruebas científicas de que esas aguas lleguen al acuífero que se ha estado explotando desde hace décadas y que se encuentra sobreexplotado también desde hace varias décadas.

Las zonas de pendiente pronunciada propician el escurrimiento del agua de lluvia a gran velocidad, lo cual hace difícil la infiltración y la que pudiera ocurrir seguramente se pierde por la evaporación. A su vez, en el valle de la ZMQ, que incluye parte del municipio de Corregidora, la arcilla (vertisol) que sobreyace es de escasa permeabilidad, menor a 10-6 cm/seg; asimismo, la evaporación potencial media anual es de 2,000 milímetros y la precipitación media anual es de 589.9 milímetros, lo que representa condiciones climáticas y edafológicas que hacen poco viable la infiltración de agua que sea capaz de llegar al acuífero.

En investigaciones realizadas por colegas de la Facultad de Ingeniería de la UAQ y quien aquí escribe, han demostrado que el efecto de la temporada de lluvias que facilita agua infiltrada no llega a más de 3 metros de profundidad en los depósitos arcillosos del valle, luego predomina la evaporación y el suelo pierde humedad gradualmente, efecto que tampoco llega a más de 3 metros de profundidad, aproximadamente, con pequeñas variaciones propias de las diferencias de un año con otro.

Las condiciones geológicas y de suelos de la zona sur de nuestra capital tienen variantes y sí se han reportado daños estructurales en varias edificaciones, tal ha sido el caso del edificio para choferes cerca de la Central de Autobuses Sur y en la misma Central. Estos daños no pueden atribuirse al efecto de subsidencia (hundimiento del terreno) causado por abatimiento del acuífero, lo que sí ocurre es que la ladera del Tángano está asociada a una falla geológica y que existe material de transición indeseable para emplazar construcciones sobre esa franja que tiene depósitos de talud (heterogéneos). En la zona Sur predomina la influencia del volcán Cimatario, abunda la roca basáltica producto de las erupciones correspondientes, así como tezontle.

En el valle de Querétaro sí existen afectaciones a la infraestructura urbana por la sobreexplotación del acuífero, lo que a su vez provoca el hundimiento del terreno de 3 a 5 centímetros al año, conjugado con la fosa tectónica que forma el basamento del mismo valle y da lugar a la generación de grietas orientadas en concordancia con la traza de las mismas fallas que dieron origen a la fosa.

Ex Rector de la UAQ. zepeda@uaq.mxjalfredozg@yahoo.com.mx

Google News