El 18 de febrero pasado, en sesión extraordinaria del Consejo Universitario, la máxima autoridad en la organización de la Universidad Autónoma de Querétaro, el doctor Gilberto Herrera Ruiz, presentó su cuarto informe de actividades, correspondiente al periodo 2015-2016.

Los resultados de su gestión ya fueron adecuadamente expuestos por él, por lo que no serán el objeto de esta colaboración. Más bien, planeo compartirles los sentimientos que se recogen en los pasillos de las facultades, las visiones que pasan de pupitre en pupitre, recados en papel que se intercambian en las clases (antes de los smartphones), y algunas de las razones que pueden explicar el porqué y para qué de los éxitos que el doctor Gilberto nos ha llevado a cosechar como universidad.

Sé de primera mano que, como estudiantes, nos sabemos la prioridad del rector, nos sentimos incluidos y protegidos por la ley universitaria que él respeta y hace respetar. Todos tenemos acceso a él, todos podemos decirle los problemas que surgen en nuestras aulas y no solamente nos atenderá de forma personal, sino que tomará acciones inmediatas para corregir cualquier hecho incorrecto que esté sucediendo.

Estoy seguro que es la primera vez en la historia que todos podemos enviarle un mensaje por Facebook al rector y lo responderá sin importar si tenemos un cargo político o no, si tenemos apellidos rimbombantes o no. Éstas, por cierto, son deferencias que podemos recibir del doctor Gilberto pero no de muchos de los directores de las facultades, a pesar de que, por obviedad, el rector debe tener muchos más asuntos a tratar y por consecuencia menos tiempo para prestarnos. No es una cuestión de tiempo, sino de actitud, voluntad y de prioridades.

Gracias a lo anterior, los estudiantes estamos viviendo un ambiente de mayor libertad y tenemos seguridad de que nuestras vidas académicas tendrán cauces justos, lo que permite a las nuevas generaciones ser mucho más participativas, más involucradas en los movimientos de sus facultades y de su universidad.

La seguridad para actuar que nos trae la observancia de la ley que garantiza el doctor Gilberto no serviría sin la visión compartida por todos, de que podemos ser los mejores de nuestras áreas, que podemos posicionar a la UAQ como la mejor universidad del país, y sobre todo, que podemos ser mejores de lo que nuestras propias expectativas nos decían.

Desde el mismo inicio de este informe se respondió sobre el porqué y el para qué de todo. El doctor Gilberto citaba a un maestro latinoamericano que soñaba con que los estudiantes nos diéramos cuenta de que en cada aula y en cada tarea se construye la soberanía del país. Después quedó confirmado cuando a lo largo de todo el mensaje no se dejó de escuchar sobre la búsqueda de autosuficiencia académica y tecnológica, sobre la curación de una fallo mental que nos ha llevado a importar más del 95% de la tecnología que consume este país.

Así podemos ver que el doctor Gilberto, con su trabajo diario, está luchando por la mismísima soberanía nacional. Cada vez que hace que ningún maestro vuelva a faltar a sus clases, cada vez que llega puntual a las materias que continúa impartiendo, cada vez que libra una nueva batalla para que las reglas se respeten, cada vez que pugna por la austeridad de todos en la universidad, está luchando por México y su autosuficiencia.

No debe ser ninguna sorpresa para todos los que me hacen el honor de leer este espacio semanal, ni para aquellos con los que tengo la suerte de conversar de forma constante, que el doctor Gilberto cuenta con toda mi admiración.

El informe me hizo reflexionar al respecto sobre qué es con exactitud lo que admiro tanto de nuestro rector. Llegué a las siguientes conclusiones:

La frase con la que empezó me hizo descubrir la primera razón: es capaz de llevar ideas tan amplias, como igualdad social y lucha por la soberanía, a acciones concisas, específicas y constantes. Es muy difícil combinar la visión amplia y general con acciones pequeñas y cotidianas. Es difícil trazar la ruta de viaje y, además, caminar sin pausas.

Encima de eso, es muy raro encontrar que la inteligencia coexista con la acción pronta y oportuna, con el sentido del deber social y mucho más extraño es verla con la alegría, pero no con complacencia, ni sentido de suficiencia.

Estudiante de la Facultad de Contaduría de la UAQ. @lui_uni

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