Hace apenas unos días comenzó la polémica protesta en Cozumel, Quintana Roo y La Paz, Baja California Sur, donde colectivos ambientalistas iniciaron una recaudación para sobornar a funcionarios de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ante la creación de nuevos muelles para recibir a los barcos más grandes del mundo, tipo Wonder of the Seas y Symphony of the Seas, y no es que los medios estemos inventando el anuncio del soborno, sino que así se dio a conocer desde un principio por los integrantes de la poco convencional protesta, y la creación del #SobornemosSemarnat.  Ataviados con disfraces de tiburones, peces, moluscos, crustáceos y ballenas, los activistas ofrecieron 25 mil pesos que lograron juntar para alertarles  sobre las graves consecuencias que tiene la llegada de este tipo de barcos para las especies marinas y los ecosistemas en plena crisis climática.

Todo ello me llevó a pensar cuánto y cómo es que contamina el turismo, me refiero a que los barcos no son los únicos medios de transporte que generan residuos, ni los únicos que afectan al ecosistema o al calentamiento global. Con lo que respecta a los cruceros, algunos de los barcos turísticos afectan lo mismo que 100 millones de autos, según un informe de Transport & Environment, que reza que 47 de 203 barcos vacacionales emiten la misma cantidad de azufre que 100 millones de coches, pero, ¿por qué contaminan tanto? La razón es que se mueven gracias al fuelóleo, un combustible sumamente barato, pero mucho más sucio. También creo que algunas de las preguntas que la gran mayoría nos hacemos es qué se hace con toda la comida que sobra de los buffets, qué pasa con las heces de los pasajeros, el papel higiénico, las servilletas, recipientes de plástico, entre muchas más. Para eso puedo recomendarles un documental de DW en español, donde explica ampliamente todo el trabajo que se realiza en estas ciudades flotantes. En resumen, la Organización Marítima Internacional aplica leyes estrictas sobre el uso de desechos (perfectamente ecológicas por si lo cuestionaban), así que hay personal a bordo que clasifica la basura en cuatro rubros distintos: residuos de comida, papel, plástico, metal y vidrio. Les sorprenderá ver cómo clasifican una bolsa de té, pues se divide en tres categorías: el cordón y la bolsa van al recipiente del papel, mientras que el contenido del sobre es residuo de alimento y la grapa va al bote del metal.

En cuanto a los aviones, al quemar combustible producen gases de efecto invernadero (CO2) que contribuyen al calentamiento global cuando es liberado a la atmósfera. En el 2019 la  activista sueca Greta Thunberg viajó en yate para asistir a la Cumbre sobre Acción Climática en Nueva York para resaltar el impacto ambiental, ¿recuerdan? demoró dos semanas; sin embargo, generó cero emisiones de CO2. El tren, los autos eléctricos y de diésel también generan CO2, en mucho menor cantidad, pero también lo hacen.

Queridos lectores, los seres humanos contaminamos, nadie está libre, si queremos ayudar podemos empezar por dejar de usar desodorantes en aerosol, no desperdiciar agua, no tomar líquidos en botellas de plástico, no dejar basura en la playa, no tirar las pilas a la basura y dejar de lanzar globos al cielo, sólo por mencionar algunos, recuerden que pequeñas acciones generan grandes cambios.

*Periodista y conductora
Premio Nacional de Locución otorgado por la ANLM
Twitter @NatividadSanche

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