Qué bien hace Oxfam en publicar su reporte mundial sobre desigualdad en vísperas de la reunión de multimillonarios y líderes mundiales de Davos, Suiza, conocida como el Foro Económico Mundial. Qué mal que México siempre salga posicionado en la cima del ranking de países con peor distribución de la riqueza y qué pena que Carlos Slim, el magnate de las telecomunicaciones, sea ejemplo por haber amasado una fortuna que hoy supera los 54 mil millones de dólares en un país de 50 millones de pobres.

Los datos de Oxfam, sin embargo, son más escalofriantes esta vez. El año pasado se produjo el mayor aumento en el número de personas cuyas fortunas superan los mil millones de dólares, con un nuevo millonario cada dos días. En 12 meses, la riqueza de esta élite aumentó 762 mil millones de dólares, suficientes para acabar hasta siete veces con la pobreza extrema en el mundo. El 82% de la riqueza generada en 2017 fue a parar a manos del 1% más rico.

Para el dueño de América Móvil, el sexto más rico del mundo, no fue la excepción. La riqueza de Slim creció 4 mil 4 millones de dólares el año pasado, para situarse en 54 mil 400 millones. Su ganancia en 2017 habría alcanzado para pagar el salario mínimo de todo un año de 3 millones y medio de trabajadores mexicanos.

La mayor parte de la acumulación desmesurada de riqueza, apunta Oxfam, se debe a herencias, monopolios o relaciones de nepotismo con los gobiernos. “La fortuna de Slim proviene del monopolio casi absoluto que ha sido capaz de ejercer sobre los servicios de comunicaciones (líneas de teléfono fijas, móviles y de banda ancha) en México”, expone. Y tiene razón: aunque hoy el magnate mexicano está diversificado en muchos negocios, cerca de 60% de su riqueza proviene sólo de América Móvil (Telmex-Telcel).

Una de las características de los monopolios es que tienen la capacidad de manipular las políticas públicas y el marco legal por su amplia influencia política y poder de cabildeo. Este poder ha sido demostrado por América Móvil a lo largo de muchos años, a pesar de que se le intentó regular en 2013 con la reforma de telecomunicaciones. Dos ejemplos recientes son su cabildeo en la Suprema Corte de Justicia de la Nación para echar abajo la tarifa de interconexión cero y el que tiene que ver con la megamulta que se le impuso a Telcel en 2011 —y que se le condonó— por prácticas monopólicas en el mercado de servicios de interconexión, caso que revivió hace poco Cablecom y cuyo desenlace va para largo.

Pero regresando al tema de la desigualdad, este ha sido un asunto que ha estado en las precampañas de los tres candidatos a la Presidencia de México, el cual podría catapultar o hundir sus aspiraciones.

Por un lado, Andrés Manuel López Obrador, quien plantea soluciones generales y ambiguas para combatir la pobreza y la desigualdad, como “acabar” con la corrupción y “elevar los salarios promedio de los trabajadores en todos los sectores de la economía a través de una política industrial y sectorial transversal en donde se cree un mar de oportunidades y un terreno propicio para buscar nuevas fuentes de riqueza”. No obstante, debido a que el modelo económico de los últimos 25 años no ha funcionado para combatir la pobreza, podría ser quien capitalice de mejor forma el tema de la desigualdad.

José Antonio Meade, quien ya fue secretario de Hacienda y de Desarrollo Social, sin que mucho pasara en cuanto a la disminución de la pobreza y la desigualdad, mantendrá el mismo modelo económico. Sin embargo, no dejan de llamar la atención sus promesas de precampaña. “Mi prioridad es combatir la desigualdad y decirle a los mexicanos que pueden tener acceso a una mejor vida, con un empleo de calidad”, se llena la boca. “Quien nazca en la siguiente administración nacerá libre de la pobreza extrema que hoy todavía nos lastima, eso quiere decir: salud, vivienda, alimentación y educación”, arguye.

Y finalmente Ricardo Anaya, cuya propuesta para combatir la pobreza y la desigualdad es un Ingreso Básico Universal mediante el cual pretende que todos los ciudadanos reciban una cantidad de dinero mensual por el sólo hecho de ser mexicanos. Según el panista, con esta renta se eliminarían los costos burocráticos de los programas sociales, ya que el dinero llegaría directamente a la gente y los ciudadanos se convertirían en automático en sujetos de crédito.

Su propuesta (populista) se antoja muy difícil de lograr en un país como México, pues tendría que haber una profunda reforma fiscal —la cual costaría trabajo lograr con un Congreso dividido— y una reingeniería total del gasto público. No obstante, es una propuesta que el magnate Carlos Slim ya ha puesto sobre la mesa.

Apenas en octubre del año pasado, durante la Cumbre de Negocios que organiza Miguel Alemán Velasco, propuso que los recursos que se canalizan a los programas sociales sean sustituidos por un salario fijo para las familias, que sería entregado y administrado por las amas de casa.

Algo debe saber el hombre más rico de América Latina.

Televisa vs TV Azteca. Televisa y TV Azteca están peleando fuerte en la televisión mexicana, luego de que ambas renovaran su oferta de contenidos. No obstante, de acuerdo con los reportes más recientes de Nielsen IBOPE México, la empresa que codirigen Alfonso de Angoitia y Bernardo Gómez sigue a la delantera en al menos ocho de los 10 programas con mayor número de espectadores.

Sólo el 23 de enero, Las Estrellas y Canal 5 registraron una audiencia promedio de entre 2.2 millones y 3.5 millones. El programa La Rosa de Guadalupe se impuso, con una audiencia de 3 millones 588 mil personas, al Exatlón México de la televisora que dirige Benjamín Salinas, que tuvo 3 millones 245 mil televidentes. En tanto, el noticiero que conduce Denise Maerker, En Punto, tuvo una audiencia promedio de 2 millones de espectadores, mientras que el informativo Hechos de la Noche, que conduce Javier Alatorre, apenas alcanzó a 882 mil 333 personas.

 

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