El reconocimiento constitucional del derecho al cuidado digno y a la implementación de un Sistema Nacional de Cuidados como medio de garantía, se discutió, promovió y votó esta semana en la Cámara de Diputados y les explico de que se trata.

Hoy más que nunca, en el contexto de la pandemia mundial que vivimos, el cuidado de niños, adultos mayores, enfermos y personas con discapacidad debe entenderse como un problema público, no como un asunto privado y de obligación para las mujeres mexicanas.

Con esta reforma se da un paso fundamental para promover la igualdad entre hombres y mujeres, así como de erradicar la discriminación que viven, pero sobre todo de eliminar estereotipos sociales que impiden su desarrollo y reconocer el valor tan grande que tiene para nuestra sociedad el trabajo no remunerado de cuidados en el hogar.

La pandemia por Covid-19 impuso a las mujeres más horas para las actividades de cuidado de niños, adultos mayores y personas con discapacidad, lo que afectará a mediano y largo plazo sus oportunidades de desarrollo personal, económico y social. Esta reforma busca corregir esa desigualdad que la nueva normalidad acentúa.

El Sistema Nacional de Cuidados necesitará recursos y una visión transversal en la administración pública para convertirse en realidad. Sin un diseño profesional y serio, esta reforma sólo se sumará a la lista de buenas intenciones de este gobierno. En el PRI buscaremos que el Sistema Nacional de Cuidados tenga los recursos suficientes.

Las mujeres son responsables del 80% de las labores domésticas en donde se diluye esta tarea especializada y extenuante. Justamente la pandemia que nos aqueja ha puesto en la lupa esta injusticia que debe ser revertida y es la razón por la cual estamos reconociendo este derecho en nuestra Constitución.

Lamentablemente no sólo la pandemia expuso la necesidad de reconocer el cuidado digno, su debido pago y, desde luego, la creación de mecanismos que coadyuven a proteger a quienes necesitan ser atendidos especialmente, sino la desaparición de las guarderías y centros de cuidado infantil porque se dijo que con un "pequeño presupuesto" se podía "encargar" a los niños a las abuelas o a las madres, pero ¿A ellas quién las cuida?

Debemos ser capaces de fundar un nuevo modelo de cuidados garantizado por el Estado mexicano, que haga justicia primero a los más de 10 millones de hogares bajo una jefatura femenina, pero también con los adultos mayores que lejos de estar en circunstancia de disfrute de la plenitud de su vida, también contribuyen al cuidado de las niñas y los niños.

La mujer no debe ser vista sólo como trabajadora del hogar, sin remuneración necesaria sino como aquellas que pueden hacer la diferencia para elevar la productividad, para generar nuevos logros y nuevos caminos de progreso.

Discriminar a la mujer en el ámbito laboral tiene un considerable costo económico, pero incluirla puede ser la clave del bienestar económico. El Fondo Monetario Internacional ha señalado que cerrar la brecha de género en el empleo puede incrementar el Producto Interno Bruto en 35%.

La creación del Sistema Nacional de Cuidados es otro logro de la 69 Legislatura de la Paridad, en el que no sólo se hace visible la desigualdad que existe en la realización del trabajo no remunerado, labores domésticas y de cuidado, que en su mayoría es ejercido por las mujeres en México.

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