Estamos entrando a la temporada donde el frío comienza a saludarnos con mayor frecuencia, haciéndonos saber que durante el otoño se hará presente en nuestra entidad después de una atípica temporada de lluvias que, además de causar daños en varias zonas, nos dejó un importante reabastecimiento de agua en muchas presas que llegaron a estar prácticamente secas. De igual manera, viviendo aún en la pandemia, que apenas y brinda una pequeña tregua gracias a la vacunación que aún debe continuar en los segmentos de población más joven, poco a poco vamos asimilando algunos de los tantos cambios irreversibles, para muchos imperceptibles, que nos deja a la humanidad en general y que sin duda han modificado ya parte importante de nuestra cultura, así como de nuestros usos y costumbres en todos los ámbitos.

Es claro que seguimos aprendiendo ante nuevos retos y condiciones de desarrollo. He escuchado y leído algunas notas que hablan sobre el incremento en la brecha de desigualdad social que en 2020 y hasta el día de hoy en el presente 2021, las circunstancias han propiciado, en especial por la iniquidad en la distribución y aplicación de vacunas.

La riqueza se concentra ahora, muy curiosamente, en lo intangible. Empresas vinculadas con la tecnología y el uso del internet, han sido las más beneficiadas. Innumerables negocios han desaparecido y otro tanto sufre ante la imposibilidad de una segura recuperación. El tema fundamental es que los países desarrollados tienen muchas más posibilidades que los países emergentes para hacer frente a la adversidad con el uso de la tecnología.

Ello me lleva a reconocer el importante y trascendental papel que las universidades juegan en este momento crucial para todos.

Ante los nuevos modelos de impartición de clases en todos los niveles, que incluyen lo presencial con lo virtual, pareciera indispensable tratar de recabar la mayor información sobre lo que requiere una comunidad por parte de sus nuevos profesionistas para que las oportunidades se transformen en casos de éxito y no veamos ampliar aún más esa brecha de desigualdad a la que nos referimos. La oferta educativa debe responder a esta nueva y distinta realidad en el desarrollo y desempeño de profesiones, así como de carreras técnicas.

De igual forma. debe haber una visión más clara de todo aquello que es necesario impulsar ante el dilema de conservar la vida en este planeta o dejar que el calentamiento global acabe con nuestras mejores expectativas. El uso de energías limpias, de la inversión en formación y desarrollo tecnológico, en infraestructura que acerque servicios de internet a quienes todavía no los tienen, es indispensable, ya que el no hacerlo significará problemas similares en magnitud como lo son la falta de agua potable y energía eléctrica, entre otros.

Debemos seguir aprendiendo de lo que estamos viviendo y entender que si no nos ponemos al día en lo personal, como sociedad y como gobiernos, la brecha seguirá creciendo. Concluyo que hoy nos necesitamos más todos de todos para evitar nuevas catástrofes, debemos conocer más y compartir ese aprendizaje para encontrar soluciones que permitan reconocernos como un país donde la esperanza deje de ser virtual y esté realmente presente, también en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

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