En lugar de decirles a las mujeres que son el cielo (en entrevista con Jorge Ramos), que merecen respeto (en su mañanera), les hubiera dicho: yo no soy feminista, tampoco soy antifeminista, porque la verdad es que no tengo idea de qué es el feminismo, pero prometo que me voy a informar. Y les hubiera dicho: de todos modos, sea cual sea su ideología y su manera de pensar, les aseguro que como presidente de todos los mexicanos, las escucho, escucho sus protestas y sus demandas y las tomo muy en serio, porque igual que ustedes, estoy preocupado por la violencia contra las mujeres y les aseguro que estoy trabajando para elaborar políticas públicas que contribuyan a erradicarla. Y para ello nos estamos asesorando con personas que saben de eso, tanto en nuestro país como en aquellos países que han tenido avances y logros en ese sentido. Mientras tanto, le doy mi pésame a los familiares de la niña Fátima, mi pésame a los familiares de la señora Ingrid, mi pésame a los familiares de todas las mujeres asesinadas, violadas, acosadas y mi reconocimiento a las mujeres que están luchando por conseguir que se atienda este problema.

Este mismo discurso lo hubiera podido usar en otras ocasiones: para los parientes de las víctimas, para los enfermos que no reciben medicamentos, para los opositores a proyectos de infraestructura.

Si en lugar de ignorarlos o burlarse o decirles que hacen show o afirmar que todo es invento de los medios que quieren afectarlo a él, les hubiera dicho: les aseguro que como presidente que soy de todos los mexicanos los escucho y tomo muy en serio sus demandas, porque igual que ustedes estoy preocupado y estoy haciendo todo por atender el asunto. Y mientras tanto, me disculpo con quienes no han recibido su pago o sus medicamentos y me solidarizo con los parientes de las víctimas y con los afectados por las obras públicas.

Ah que bueno hubiera sido. Y qué fácil habría sido hacerlo así.

Y lo mismo vale para su señora esposa. Si en lugar de regañarnos por no apoyar incondicionalmente a su marido o de burlarse cuando alguien expresa alguna crítica o alguna opinión, nos explicara por qué sí hay que hacerlo… Dicen que el hubiera no existe. Pero sabemos que es posible el arrepentimiento y que con él llega la redención. Andrés Manuel está todavía a tiempo de mostrar respeto por los ciudadanos y de hacernos sentir que así es. A tiempo de dejar de agredirnos, de ignorarnos, de burlarse de nosotros. A tiempo de dejar de considerar que todos los que luchan por algo que él no conoce o no comprende o no comparte son por definición conservadores, emisarios de los malos, golpistas. Todavía está a tiempo de entender que todos estamos en el mismo tren: el de querer hacer un mejor país.

Escritora e investigadora en la UNAM.

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