Si el arte fuera de temporal, siempre se tendrían fechas para conmemorar y arte para disfrutar los temas de variedad infinita. O si cada día, junto con las efemérides, los artistas desarrollaran tópicos maravillosos en los que nunca pensamos, sería algo así como la consulta que hacemos al calendario para festejar a quienes amamos.

Dice la canción que hay una sabia virtud en el hecho de conocer el tiempo. Ese tiempo que es medido por el reloj, los calendarios y la percepción de los sabios que miran al cielo y saben cuándo y qué hay que sembrar, aunque la tecnología todo lo haya cambiado y nunca tengamos tiempo para hacer aunque sea algo de lo que queremos.

En Querétaro, tenemos el único museo que está dedicado a los calendarios, el MUCAL, con una réplica exacta del “Calendario Azteca”, que es impactante porque es como si la piedra hubiera mutado en la madera mejor tallada y lo tenemos allí, a unos pasos. Aunque el paso del tiempo es fácil de leer en un museo, el que sea porque sus materiales hablan con claridad y tienen una fecha de edición, que día tras día, irremediablemente se va convirtiendo en la historia que fortalece la memoria de la cultura del mundo.

Ciertamente, es todo un tema hablar del tiempo y más aún si el tiempo lo llevamos al homenaje del arte o el arte a homenajear al tiempo. Es por eso que  hablo del arte de temporal. Desde mi óptica, siempre hay arte para la celebración de cada día del año. Basta con ver la representación que se ha hecho de todos los Santos del calendario y su iconografía, o si miramos la producción plástica alusiva a cada festividad colectiva, nos damos cuenta de que el arte es inagotable, tanto como los temas en el calendario para manifestarse. Imaginemos que algún mexicano no reconociera la fecha en la que salen a bailar todas las Catrinas, tan elegantes y tan vestidas para lucirse el 2 de noviembre en cada otoño mexicano.

Los ejemplos más cercanos que podemos tener en este momento, son algunas fechas que me vienen a la mente: El 1 de mayo en que se festeja o conmemora el día del trabajo y los primero en los que pienso son los obreros y sus luchas expresadas por los muralistas mexicanos, que aludieron a la gente del campo y al sector obrero con una gran dignidad, Siqueiros de especial manera en su Polyforum con el gran tema de la Marcha de la Humanidad o los murales del Mercado Abelardo Rodríguez en la CDMX de tantos otros de sus colegas artistas.

¿Cuántos temas hemos visto con relación a las madres como elemento central de muchas manifestaciones plásticas? No creo que exista una representación más explorada que la imagen de la Virgen María, junto con todas las mujeres que la acompañan a lo largo de su vida y su historia, y en México de especial manera, con la celebración de las Vírgenes, las madres, las artistas, las mujeres de todos los tiempos, las soldaderas o los más grandes emblemas de la burguesía pintada por Orozco, las mujeres con alcatraces de Diego, todas las damas de los románticos o las excepcionales como la Doña, o la mujer de Atl Nahui Ollin, la mujer de los volcanes de Helguera, la Frida de Diego, o Lupe su esposa que en su momento posó para pintar la metáfora de la República Mexicana con una imagen de ella, en el inmortal fresco de la Capilla de la Universidad de Chapingo y el desfile infinito de autorretratos de Frida.

Si hay algo que nunca ha desaparecido en la vida y producción de los artistas, son las mujeres, niñas, adolescentes, maduras o ancianas; da igual, porque hasta cuando son representadas por las calaveras de Posada son siempre ejemplo de virtuosismo y amor de los artistas de cualquier tiempo.

La foma de enseñar ha cambiado tanto como la manera de plasmarla en el arte. Hay obras que hablan de ese modo de enseñar. Basta recordar algunas obras que son célebres como “La Escuela de Atenas”, renacentista y perteneciente a los Museos Vaticanos o la presencia de los Países Bajos en su “Clase de Anatomía”, y los tantos ejemplos de pintores mexicanos que ayudaron a alfabetizar a la población valiéndose de su talento pictórico para enseñar debajo de cualquier árbol, en cualquier lugar de este maravilloso país,  la lectura a los niños mexicanos. Recuerdo al Maestro Zalce que me narraba su experiencia en la sierra de Oaxaca mientras el aire volaba los folios que él acababa de dibujar para enseñar las primeras letras a sus pequeños pupilos.

La educación es un compromiso, un derecho y un privilegio que los artistas nunca han dejado de registrar en sus haberes y sus grandes temas. Así es que recordarlo con imágenes y letras que hilan palabras, pensamientos y anhelos es lo menos que podemos hacer en un mes que nos trae tanto arte de temporal.

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