Abruma que una de las certezas que podemos tener es que, ante la inmensidad de la realidad, lo poquito que entendemos es nada. Sin embargo, humana es la curiosidad, las preguntas y el afán de encontrar respuestas de lo que se oculta tras un velo desde donde susurra su naturaleza. Para distinguir palabras entre el bullicio es necesaria la paciencia y la agudeza.

Luego, cuando digo que sabemos poco es una cantidad finita que emerge de posibilidades inconmensurables. Así, nos disputamos entre lo contable y lo incontable que permanece en silencio o en secreto. Contar ha sido importante en la consolidación de la ciencia y poder obtener medidas precisas ha sido un afán perseguido por quienes la estudian.

En el siglo XVII, la combustión era de esos temas sexis en la ciencia y creían que todo lo que se quemaba era porque contenía una sustancia llamada flogisto. Bajo esa premisa, cuando hacemos una carnita asada, el carbón se convierte en cenizas porque ha perdido flogisto. Pero imaginemos esta carnita dentro de una pecera gigante totalmente sellada, nada entra y nada sale. Después, iniciamos la combustión dentro de aquella pecera hasta que se “agote” el carbón, saturando de una neblina de esa que nos deja la ropa bien apestosa. Al pesar todo el sistema, pesaría lo mismo que al inicio porque el gas no se escapa. No se perdió ni un solo gramo.

Lo anterior sería el experimento que Antoine Lavoisier habría desarrollado si fuera del norte de México y aunque él no armó la carnita asada, sus conclusiones son las mismas: “la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma”, oración que funda la química moderna cuya naturaleza siempre estuvo ahí, no secreta sino silenciosa.

Las sociedades, como la materia, también se transforman. A finales del siglo XVII, los tiempos Lavoisiercenses fueron opacados por la libertad, igualdad y fraternidad cuando el 14 de julio de 1789 inició la revolución francesa y unos años después condenaron a Lavoisier a la guillotina por ser quien recaudaba los impuestos al pueblo francés.

El trabajo del científico no se disolvió en el tiempo, pasando a la historia como el padre de la química como quedo plasmado en un retrato con su esposa, pintado por Jacques-Louis David. El cuadro guarda un secreto que fue revelado en 2021, cuando la investigadora Silvia Centeno utilizó espectroscoscopía para encontrar capas en la pintura y así, se revelaron las pinceladas que al parecer intentaron ocultar rasgos típicos de la aristocracia, para en su lugar, mostrar una pareja sobria y científica.

En el caleidoscopio de la ciencia y su contexto, hay silencios y secretos que a veces es posible reconocer y descifrar, para reescribir la historia.

Fuente: 
—Asimov, I. (1975). Breve historia de la química. Alianza. 
—Centeno, S.A. et al. (2021). Discovering the evolution of Jacques-Louis David’s portrait of Antoine-Laurent and Marie-Anne Pierrette Paulze Lavoisier. https://doi.org/10.1186/
s40494-021-00551-y
@chrisantics

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