Imposible deslindarse del tema. Después de que la cultura del robo de gasolina se instalara y alcanzara su mayor auge en Puebla, se fue desarrollando el culto al Santo Niño del Huachicol aproximadamente en 2016, especialmente en el llamado triángulo rojo (Tepeaca, Tecamachalco, Quecholac y Palmar de Bravo), y cada 2 de febrero la gente que ha vivido de esa práctica viste los niños dios de huachicol, al grado que la iglesia católica no aguantó más y el 21 de enero reprobó totalmente su culto “por ser práctica supersticiosa y contraria al séptimo mandamiento de no robarás”.

Pero, ¿de dónde viene la palabra? Algunos dicen que del término maya waach que describía a los forasteros y, al castellanizarlo despectivamente se traducía en “huache”; otros que proviene de la etnia “Guaches” o “Guachichiles” de Michoacán, quienes consumían bebidas alcohólicas de tuna, mezquite y maguey. Viene de “huache” o “guache”, algo falso o de mala calidad, dice el diccionario de mexicanismos; y al agregarle el sufijo “col” derivó en “huachicol” y se utilizaba para referir bebidas alcohólicas adulteradas.

“El Santo Niño Huachicolero es un niño dios que en una mano sostiene una manguera para extraer gasolina, la cual está conectada a un bidón de plástico. Su imagen es similar a la del Santo Niño de Atocha que se venera en Zacatecas, sólo que éste sostiene un báculo y un ramo de flores” (Proceso 21/01/2019). El de Atocha está vestido de peregrino con sombrero, capa, bastón, un contenedor en la mano izquierda para el agua y una canasta en la mano derecha. A él recurren con la finalidad de que les conceda dinero, trabajo o un negocio; fue por ello tal vez que lo retomaron agregando atributos para robo de gasolina.

Los santos no oficiales, que la iglesia católica no reconoce, son adorados por una gran parte de los feligreses, generalmente quienes viven en condiciones socioeconómicas rezagadas o ilícitas, y los veneran muchas veces a la par de santos oficiales. Entre los santos no oficiales está Jesús Malverde, la Santa Muerte, el Dr. Rosita Quintero (médico militar muy respetado en centros espirituales), el Niño Fidencio y, recientemente el Santo Niño Huachicolero, entre muchos.

Pese al arraigo del huachicol, pobladores entrevistados por el portal Cambio, aseguraron desconocer si existe alguna capilla donde sea venerada la imagen, pero sí que la foto del santo es llevada en los celulares por los chupaductos. No descartan que en algún momento alguna de las bandas mande a edificar un espacio para adorar a su protector.

Hay quienes también aseguran que la efigie fue hecha por un desconocido y la circularon a través de redes sociales como sátira ante el incremento de robo de combustible en municipios como Acatzingo, Tepeaca, Quecholac y Palmar de Bravo, y para compararlo con Jesús Malverde, santo de los narcos, y la Niña Blanca, conocida mejor como Santa Muerte. Descartan que se trate del patrono de los delincuentes; más bien “es una forma de expresión del ingenio mexicano”.

Sin mayor trascendencia, en 2017 el arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, señaló a Azteca Noticias Puebla que en el municipio de Palmarito, dentro del Triángulo Rojo, había un sacerdote falso que presuntamente pudiera estar involucrado en el fomento de esta nueva devoción.

Tamara Alcántara es una cantante poblana que desde agosto de este 2016 ha saltado a la fama cuando se conoció su “Cumbia del Huachicol”, misma que grabó el equipo de la periodista Denise Maerker en una presentación de la junta auxiliar de San Gabriel Tetzoyocan, municipio de Yehualtepec.

Al Santo Niño Huachicolero piden protección contra detenciones de las autoridades, y que les evite arrestos cuando realizan tomas clandestinas de combustible, así como prevenir incendios y proteger a las familias de los involucrados en las ordeñas. Seguramente el accidente de Tlahuelilpan, Hidalgo, es evidencia de que traen ‘el santo de espalda’, o la 4T les ha pegado fuerte.

Con respetuoso saludo, José Sobrevilla.

Google News