Octubre fue un mes agitado para la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), el otoño no solo trajo la caída de las hojas y el viento frío, sino que con él llegó el proceso de elección de rectoría para renovar o ratificar a la actual administración.

Si en un principio la discusión de los problemas se centró sobre su falta de internacionalización, el nivel académico y la exigencia presupuestal ante el gobierno estatal y federal; la realidad social y la protesta puso en el debate un problema tanto o más urgente como es el de la violencia de género, que es un problema estructural que cimbra a todo el país y al mundo entero.

A pocos días de iniciada la campaña se informó que uno de los candidatos tenía una denuncia ante la Unidad de Atención a Violencia de Género de la propia UAQ; a la par, casos de violencia de género volvieron a estar presentes para exigir que se reabrieran y solucionaran.

Como fenómeno paralelo, se vivió un incremento de “guerra sucia”, la cual, sostengo, está mal denominada porque con este nombre se conoce a la desaparición sistemática por parte del Estado a sus opositores, como la que sucedió en México y América Latina en los años 70, donde jóvenes guerrilleros fueron desaparecidos; por ello, para no comparar fenómenos distintos, a la campaña de desinformación masiva para perjudicar a una candidata y favorecer con ello a otro, es preferible utilizar el término campaña negativa.

Pues este fenómeno de campaña negativa floreció en pleno otoño y aunque parezca un hecho que sucede en cada campaña, debemos procurar desterrarlo y favorecer el debate de ideas, aunque sé que, al tratarse de elecciones, sea cual sea el nivel, estoy pidiendo imposibles.

El resultado de tal campaña negativa y el nivel de debate donde privó la descalificación fue el desánimo de muchos jóvenes votantes, se reflejó en una baja participación, la cual no debiera de sorprendernos conociendo ya lo sucedido en Coahuila e Hidalgo en donde las elecciones estatales tuvieron baja votación.

Pese a todo, la jornada electoral se llevó a cabo en calma y finalmente este lunes la rectora Teresa García Gasca fue ratificada por el Consejo Universitario por tres años más y en sus primeras palabras tras la reelección, sentenció que no se buscará el castigo político pese a los roces en la campaña: “Debemos sanar las heridas, porque el proceso fue doloroso. Pero para sanar una herida debemos primero limpiarla. Debemos actuar en la verdad y en el honor, las acciones tienen consecuencias y hay que asumirlas. Debemos resarcir el daño. No hacerlo sería como suturar una herida contaminada que nos llevaría a la gangrena”.

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