Hace un par de semanas al visitar una exposición, un retrato llamó mi atención en la sala, me detuve un par de minutos y conecté con la pintura de tal forma que me invadió un sentimiento melancólico, los ojos del protagonista tenían una carga psicológica muy fuerte y el artista logró plasmarla de una manera brillante. Al seguir observando, recordé cómo el retrato ha tenido una evolución dentro de su mismo uso y cómo éste ha tenido diferentes significados dependiendo del lugar, contexto y de las intenciones del autor.

Los retratos han tenido objetivos diferentes a través del tiempo, algunos buscaban mostrar el poderío económico y social de los protagonistas, estas imágenes funcionaban principalmente dentro de un contexto y comunidad determinada. Un ejemplo es  El Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa, por el artista Van Eyck's, el cual está repleto de simbolismos que muestran el poderío económico de los protagonistas. En la pintura se encuentran unas naranjas, las cuales para la época y el espacio donde está ocurriendo la escena eran muy especiales, tener estas frutas y poder ser retratados con ellas significaba solo una cosa: que el matrimonio gozaba de una posición económica alta. En la actualidad conocemos los significados de estos simbolismos por la amplia investigación que se la hecho a la pintura, pero el principal objetivo de la pieza fue ser mostrada a una comunidad específica que conocía al matrimonio, dichas personas que apreciaron el retrato en su contexto original conocían el verdadero significado de las naranjas y de todos los demás elementos que revelaban el status económico del matrimonio.

Ahora me gustaría contarte acerca de una reivindicación de la categoría de éste género plástico. Hay retratos que no necesitan tener rostros ni soportes definidos, esto lo demostró el artista Félix-González Torres con su obra Sin título (Retrato de Ross en Los Ángeles), es una instalación que consta de dulces apilados en una esquina del museo, como parte de ésta el visitante puede tomar un caramelo y llevárselo, la pregunta es ¿cómo un montón de dulces es un retrato? El trasfondo va más allá de la apariencia física de la obra, la pila de dulces pesaba exactamente 80 kilos, lo mismo que su compañero Ross antes de que una enfermedad le arrebatara la vida, la dinámica de que el espectador tome un caramelo simboliza cómo el protagonista fue perdiendo la batalla ante la enfermedad y cómo su vida fue consumiéndose poco a poco, tal y como esa pila de dulces va disminuyendo cada vez que alguien toma uno. Este retrato más que mostrar evidentemente la imagen de la persona, representa un homenaje a la esencia del protagonista, con la interactividad de la instalación además del contexto melancólico, podemos pensar que en cada dulce el visitante se lleva una pequeña parte del alma del retratado.

Me gustaría proponer el arte como el retrato, algo que se encuentra en constante reivindicación y que puede cobrar diferentes sentidos dependiendo de la interpretación y objetivo que se le de. Pero tú qué opinas, ¿piensas que un retrato necesita la imagen física de sus retratados o con la representación de su esencia es más que suficiente?

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