El Presidente ha dicho que quiere crear “un sistema de salud pública de primera y gratuito”, millones de mexicanos estamos de acuerdo, pero eso es imposible de realizar ya que la Ley General de Salud establece otra cosa. Esa ley, la que el partido oficial modificó en noviembre pasado, donde se establecen dos cosas que hacen imposible la materialización de la frase del presidente: cuotas para los pacientes y atención gratuita sólo en primer y segundo nivel, excluyendo el tercero, donde se tratan enfermedades o padecimientos graves.

En administraciones anteriores, se gestó el “Seguro Popular”, que tenía como misión dotar a la población de cobertura médica gratuita y de calidad. Este programa tuvo mucho éxito al afiliar a más de 53 millones de personas, dicho programa era perfectible, necesitaba quizá una mejor fiscalización de los recursos y un servicio más eficiente, sin embargo, el actual gobierno elimino este proyecto de un plumazo. Por “instrucción” del ejecutivo federal se creó el Insabi, quien hasta la fecha no tiene reglas de operación que permitan un óptimo funcionamiento. Existen múltiples irregularidades, algunas causadas por la mala legislación y otras tantas por la falta de claridad y transparencia en su ejecución, poniendo en riesgo la vida de los pacientes. Derivado de lo anterior y aunado a las declaraciones del titular del ejecutivo federal, donde señaló que se proporcionará “atención médica y medicamentos gratuitos a todos los mexicanos”, diversos legisladores presentamos una iniciativa para que los mexicanos gocen de la universalidad y gratuidad total en la prestación de los servicios de salud, por lo que -observando los principios de no retroactividad y progresividad de los derechos humanos- se propuso eliminar de la ley cualquier posibilidad de que se realicen cobros por cuotas de recuperación; así como que la cobertura sea en todos los tres niveles de atención.

Si el presidente quiere pasar a la historia como un estadista, deberá analizar la propuesta presentada, la cual puede hacer realidad sus palabras. El gobierno de la 4T necesitará una reestructuración presupuestal, definir sus prioridades.

El gobierno deberá dejar de pensar en programas clientelares y pensar en seres humanos que esperan una transformación, no discursos populistas sino políticas públicas que den esperanza para un cambio verdadero.

Senadora de la República

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