Tengo la fortuna de conocer y convivir con muchos hombres que respetan genuinamente a las mujeres. Ellos reconocen nuestras aportaciones y se indignan ante el maltrato hacia nosotras. Excluirlos de la lucha contra la violencia de género me parece un error. Son aliados naturales para realmente lograr un cambio.

Les dijeron cuando niños que mostrar sus emociones era señal de debilidad; les inculcaron que tenían que ser solamente proveedores puntuales; los llenaron de prejuicios y estereotipos; y sin embargo, hay muchos que están dispuestos a aprender otras maneras de convivir en las que sí esté contemplado el respeto a todos y a todas.

Entender la convivencia de otra manera es necesario para alcanzar una verdadera transformación. David Barrios, psicoterapeuta y divulgador de la sexología humanista, lo plantea así en su libro Resignificar la masculinidad. Años de trabajo clínico con varones sumados a una investigación continua, le permiten compartir conclusiones muy valiosas. Su propuesta central es “avanzar juntos hacia la equidad, respetando las diferencias”.

David me habló en entrevista de los micromachismos: ”Cuando hablamos de machismo, casi siempre pensamos en maltrato, insultos, golpes. Sin embargo, hay otras formas de machismo más sutiles. Suelen pasar inadvertidas pero tienen efectos nocivos para las mujeres. El daño emocional que se acumula es importante”. Cuando una mujer desarrolla una idea y se le atribuye a un hombre, cuando ella expone un planteamiento y la interrumpen constantemente, cuando se le corrige o descalifica diga lo que diga, estamos ante micromachismos. Estos son tan sutiles como persistentes y afectan de manera grave el autoestima. Y es que el mensaje de fondo es que las mujeres valen o no de acuerdo al juicio de un varón.

Muchos hombres están conscientes de lo reprobable que es esa forma de actuar y quieren cambiarla. Para lograrlo, David Barrios recomienda simplemente escuchar a las mujeres, atreverse a discutir de igual a igual. Llama a los hombres que se descubren actuando así, a ser conscientes del daño que hacen e inmediatamente revertirlo.

Es importante tener claro que la pelea no es contra los hombres, es contra lo que lastima a las mujeres: las palabras hostiles, las acciones violentas, las humillaciones, las burlas, los abusos, las injusticias... Esas agresiones nos lastiman a todos. Hay que evitarlas unidos. Juntos somos más poderosos.

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