Es innegable la amplia participación que tuvo la “Marcha por la defensa del INE. Mi voto no se toca”, realizada el domingo 26 de febrero pasado, para protestar en contra del Plan B de la Reforma electoral propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que culminó con los discursos de Beatriz Pagés y José Ramón Cossío.

A la movilización organizada por Claudio X. González, a través de agrupaciones como el Frente Cívico Nacional, Poder Ciudadano, Sí por México, Sociedad Civil México, UNE México y Unidos por México; encabezada por la alianza “Va por México” en la que participaron PRI, PAN, PRD; y promovida por Felipe Calderón, se sumaron personajes como Vicente Fox, Elba Esther Gordillo, José Narro, Santiago Taboada, Margarita Zavala y Roberto Madrazo.

Bajo el pretexto de defender la democracia, las cúpulas económicas y políticas convocaron a la población a salir a las calles para exigir al actual gobierno que “no toque al INE”. Impedir cualquier cambio garantiza la influencia y control que la vieja élite ha tenido sobre el órgano electoral en México para colocar a sus cuadros en puestos de representación popular y, así, continuar decidiendo el futuro del país.

Los convocantes afirman que son sociedad civil y se oponen al Plan B porque consideran que fragiliza al INE y debilita a la democracia. Sin embargo, el discurso emitido por Beatriz Pagés y José Ramón Cossío, quienes fungieron como oradores en el Zócalo capitalino, muestra que se trata de una manifestación en contra del gobierno de Andrés Manuel López Obrador “coloreada de rosa”.

Situarse en la oposición para confrontar el ejercicio del poder de un gobierno es totalmente válido. Sin duda, indispensable para elevar el nivel de la democracia. Lo que resulta cuestionable es el uso político que los opositores hacen del INE, la condescendencia del consejero presidente Lorenzo Córdova para consentir esta dinámica y, el manejo de la información de los medios para movilizar a la gente.

Sorprende la participación de sectores explotados históricamente por los grupos económicos convocantes, junto a los que exigen mantener los privilegios de la “élite dorada” del INE.

Una especie de resignación colectiva aparece ante la narrativa que impone la idea de que las élites intelectuales, económicas y políticas siempre tienen la razón, como apunta el filósofo mexicano Fernando Buen Abad.

Un alto porcentaje de la población está convencida de que es mejor resignarse y volver a las prácticas políticas de gobiernos anteriores. El escepticismo ante el cambio propagado por la oposición cala, cada vez más, despolitizando a las personas.

Inocular desconfianza, miedo, odio, racismo y clasismo, mientras los medios replican sistemáticamente la idea de que todo está peor ahora, tiene un gran impacto sobre la gente, logra deprimirla y desmoralizarla. La consecuencia se plasma en la resignación de aceptar que “todo pasado fue mejor”. Marca de identidad de la ola rosa que inundó el Zócalo de la CDMX.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

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