Estamos iniciando el último trimestre del año más atípico del que podamos tener memoria muchos de nosotros, salvo que aún la edad y la lucidez les permita recordar a aquellos que vivieron el horror de la Segunda Guerra Mundial a 75 años de distancia de su fin, un evento que propició, a un costo enorme en vidas humanas, el inicio de una serie de cambios a nivel mundial con la conformación de instituciones como la Organización de las Naciones Unidas —que este mes celebra el 75 aniversario de su fundación— a través de la firma de las 51 naciones que participaron en un principio y cuyo número hoy asciende a 193 países miembros.

Sin lugar a dudas, en la historia de la humanidad y su permanente claroscuro de sus acontecimientos que se dan por circunstancias, propósitos e intereses adversos, sucede también la resiliencia de las naciones y su gente a través del aprendizaje en la tragedia.

Es interesante ver cómo surgieron modelos económicos y sociales, instituciones y nuevas maneras de convivir entre los países pensando en que no se repita un evento de tal dimensión que dejó muchos lugares y gente literalmente en ruinas, Muy a pesar de que a lo largo de la segunda mitad del siglo XX se gestaron bastantes cosas positivas que honran a los seres humanos, desafortunadamente también continuaron  otras guerras, xenofobia, conflictos religiosos y actos terroristas que han tenido como resultado la muerte de inocentes. Para suerte de la humanidad, los buenos propósitos y las buenas obras han prevalecido y propiciado su crecimiento y desarrollo, sin dejar de enfrentar el terrible fantasma de la desigualdad, que aún prevalece desde tiempos inmemoriales.

Volviendo a la pandemia, aún no sabemos cuando se superará la crisis sanitaria y mucho menos las terribles consecuencias y daños emocionales por la pérdida de vidas que supera ya el millón, así como los estragos económicos y sociales que afectan a la gran mayoría de  personas a lo ancho y redondo de este planeta, que a su vez enfrenta sus propios grandes problemas para intentar mantener un sano equilibrio que garantice espacio de vida y convivencia para absolutamente todos los seres vivos que sostienen sus múltiples ecosistemas.

Hoy, a lo largo de este tiempo de Covid, los cambios ocurren por las nuevas necesidades y condiciones para la supervivencia y para la subsistencia de las familias. Así, temas sustanciales como la comunicación, la convivencia, el esparcimiento, los esquemas laborales, la educación, los servicios de salud, la industria, el comercio, el turismo y un enorme etcétera, han sido modificados, la mayoría de ellos estrictamente ligados a la tecnología y al uso del internet, demasiado más aprisa que con la velocidad que venían ocurriendo apenas un año atrás.

Es entonces que pensando en todo ello, es oportuno reflexionar sobre la manera de reinventarnos en la actualidad, de encontrar los caminos y las formas para enfrentar los retos, para reconstruir expectativas y resolver aquellos daños que puedan tener alguna solución. No es sencillo, pero al igual que cuando se creó la ONU, requiere de suma de voluntades y propósitos, dejando atrás muchas de nuestras diferencias. Hay demasiadas prioridades, pero hay que lograr vislumbrar las nuevas necesidades y condiciones que exigen las actividades que permitan encontrar el sustento para las personas y las familias. Han desaparecido muchos empleos, habrá que encontrar y construir las condiciones para crear otros nuevos acordes a ese proceso de reinvención de las sociedades actuales, antes que los fantasmas del desastre hagan de las suyas en nuestro mundo y en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Twitter: @GerardoProal

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