Con el propósito de realizar un “análisis crítico” de cómo se han enfrentado los principales problemas educativos del país, así como de “argumentar propuestas” de solución “indispensables” para los próximos años, el Departamento de Investigación Educativa del Cinvestav (Centro de Investigación y Estudios Avanzados) organiza el simposio Reformas Educativas 1990-2022: Comparaciones y contrastes de la historia reciente.

A partir de mañana y hasta el 14 de febrero de 2023, este importante encuentro que atraerá la atención de estudiantes, maestras, maestros, académicos, tomadoras y ejecutores de decisión será, a mi juicio, la piedra de toque para emprender una revisión sistemática y fundamentada de la política educativa actual y sobretodo, gracias al enfoque comparativo, para valorar su efectividad real. Serán 10 sesiones divididas por nivel educativo (educación básica, media superior, superior) con algunos temas específicos (Ciencia y Tecnología, violencia en el sistema escolar) y para cerrar, habrá una mesa sobre la experiencia latinoamericana en políticas públicas https://die.cinvestav.mx/Inicio/Simposio

Mañana martes abrimos con el tema de las reformas educativas dentro de los distintos contextos (internacional, nacional y local), cómo han sido sus procesos de confección y qué actores han participado en ellas. El argumento que expondré será que en el debate público se han equiparado los términos reforma, políticas (policies) y programas, lo que ha llevado a una confusión del objeto de estudio particular de cada uno de estos tres instrumentos de cambio.

¿Qué elementos componen a una reforma educativa al contrario de una política o un programa educativo? ¿Qué busca cada uno? A mi juicio, una reforma parece ser un aparato narrativo y político de Estado para tratar de imprimirle mayor efectividad a políticas y programas existentes o por crear. Las reformas sugieren un propósito de integralidad y de cambio general. Refieren entonces a la necesidad de marcar un punto de inflexión dentro del sistema educativo nacional poniendo atención a las tendencias globales. Si esto es verdad, su objeto de estudio es distinto al de una política pública o a un programa específico. Es la coherencia entre sus elementos lo que pudiera llevar a analizar mejor a las reformas educativas y a partir de ahí, emitir juicios más fundamentados sobre su función.

Si una reforma educativa contribuye a ampliar las libertades de todas las niñas, niños y jóvenes mediante una mejora continua de los aprendizajes, construye capacidades institucionales junto con los gobiernos locales, negocia con la oposición, sirve para establecer leyes y normas que posibiliten el cumplimiento efectivo de los derechos de los agentes escolares, e incorpora la crítica ciudadana podríamos entonces tener una discusión pública muy distinta a la que se desprende del supuesto éxito o falla de una política pública o de un programa específico.

Un programa puede ser temporal o transitivo, mientras que las políticas pueden tener un horizonte de tiempo más amplio en función del problema que busca resolver. Desde la década de los noventa, hemos tenido reformas, acuerdos, compromisos, alianzas y pactos con una variante importante en términos de su confección democrática o cupular, pero al menos tres políticas han permanecido a lo largo del tiempo: la de equidad, calidad y gestión. ¿Qué fuerza debemos entonces imprimir para impulsar el cambio educativo que el país verdaderamente requiere? Discutámoslo mañana.

Investigador de la UAQ

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