El presente mes de julio estuvo caracterizado por 31 días de polémica en torno a la consulta popular, misma que este domingo tendrá su desenlace. Desde este momento, podemos aventurarnos a predecir varios aspectos. El primero de ellos tiene que ver con la probabilidad de instalación de la totalidad de las mesas receptoras en toda la geografía nacional, puesto que el ánimo social para este ejercicio —pese a ser inédito y simplificado— ha presentado renuencia en algunas latitudes, por lo que es posible y probable que, en algunas entidades federativas, sobre todo en aquellas con una identidad partidista muy definida, no acudan al llamado del INE.
Segundo aspecto, de las personas que vayan a emitir su opinión, muy seguramente verterán su respuesta en favor del “sí”, sin embargo, considero difícil de lograr los poco más de 37 millones de opiniones que requiere el ejercicio para hacer del resultado de la consulta vinculante en sus efectos para las autoridades involucradas; este supuesto será el que mayor cuestionamientos genere al ejercicio y a la democracia misma, ya que reforzará el argumento de los detractores que alegan un gasto excesivo e innecesario de recursos públicos.
Asimismo, podemos pensar en los escenarios ex post a la consulta popular, una vez concluido el conteo rápido, que ratifique lo que todos sospechamos, podremos observar las opiniones en la primera semana del mes de agosto en las que los cuestionamientos se volcarán contra el Presidente de la República y su partido. De parte de la fuerza política promotora, en caso de no reunirse el porcentaje de opiniones requeridas, sin lugar a dudas pretenderán acusar al INE de no haber dado difusión al ejercicio, crítica equivocada, pues la difusión está presente en los medios masivos de comunicación, las redes sociales están inundadas de publicidad oficial y de opiniones a favor y en contra, también es posible apreciar espectaculares en las avenidas más transitadas, así que por difusión no se detuvo la promoción de la participación ciudadana.
Finalmente, los costos en cualquiera de los escenarios posibles los pagará la democracia mexicana, la cual sigue siendo incipiente, a pesar de tener instituciones sólidas y consolidadas en materia de participación ciudadana, no puede haber democracia sin demócratas convencidos de que es mejor tener la posibilidad de elegir a solo ver la renovación de funcionarios cada 3 o 6 años. Desde esta palestra reconocemos la labor y esfuerzo de todos los participantes en la consulta popular, funcionarios, instructores asistentes, medios que han organizado foros, y sobre todo a las y los funcionarios de mesa receptora que con su ánimo y entusiasmo siguen siendo el cemento de nuestra sociedad.
Twitter: @carlosfcps / Facebook: Carlos Velázquez