El segundo y último debate programado por el Instituto Electoral del Estado de Querétaro entre los candidatos a la gubernatura de nuestra entidad se celebró este jueves. La intención de este nuevo evento es brindarnos un acercamiento a los candidatos y de sus propuestas. ¿Qué reflectores hubo?

Acerca de las respuestas dadas por los candidatos, en este debate la gran mayoría sí atendió de manera apropiada a las preguntas, es decir, sí respondieron a lo que se les preguntaba en vez de responder cualquier cosa, que ciertamente también sucedió, pero menos. Desde luego, unas intervenciones fueron más interesantes que otras con relación a la explicación y viabilidad de las propuestas, pero en general lo importante es que hubo un esfuerzo para generar una mejor participación e impacto en la audiencia.

Pero no todo fue color de rosa para los candidatos. Hubo candidatos que repetían y repetían su discurso porque en su limitado panorama no tenían propuestas ni manera para responder a las preguntas. Algunos cuestionaron bien, otros se defendieron mal, sobre todo una, incluso ignorando las preguntas. Otros más perdieron la cabeza en sus argumentos, sobre todo uno. Y hubo quienes limitaron su participación para calmar a otros candidatos, como si eso fuera una propuesta política o abonara en lo que la audiencia y la ciudadanía quiere conocer. Pero algo interesante en este debate, a diferencia del anterior, fue el uso de réplicas y contrarréplicas para ciertos propósitos.

A pesar de que no siempre se atendían de manera correcta, en varias ocasiones se emplearon las réplicas con el ánimo de defenderse y cuestionar a otros candidatos, dinámica que fue muy interesante. Algo que se logró percibir a raíz de los comentarios de los candidatos a medida que avanzaba el evento fue el uso de estas réplicas para desacreditar directamente a los participantes. Había razones genuinas y sustentadas, no hay duda, pero más allá de eso, estas acciones abrieron la posibilidad para que los debatientes cuestionados se defendieran y siguieran con el diálogo, si es que podían, o si se veían acorralados para continuar en este ejercicio democrático.

Fue un momento que permitió verificar quiénes podían sostener sus ideas y quiénes no; quiénes tienen discursos clásicos, repetitivos y desgastados y quiénes tienen propuestas novedosas y acorde a las preguntas recibidas; y quiénes podían defenderse y seguir dialogando y quiénes es evidente que no tienen la capacidad de debatir ni pensar en otras propuestas que repiten y repiten porque es su único discurso.

El debate es esencial para fines electorales, pero hay una enseñanza para la sociedad. Lo descrito anteriormente ilustra que no había facilidad en algunos candidatos para dialogar o defender sus puntos de vista o responder ante los cuestionamientos de sus propuestas, es decir, existió una incapacidad para debatir, lo que es preocupante. El debate correcto debe ser parte de nuestra vida diaria, no sólo en la política, sino en todos los espacios de la sociedad donde se toman decisiones determinantes para el país. En la medida que podamos sostener un intercambio apropiado y constructivo de ideas, generaremos un criterio más cimentado y una cultura política, que es sumamente necesaria para nuestra sociedad.

Niels Rosas Valdez
Escritor, historiador e internacionalista
niels.rosas@gmail.com
@NielsRosasV (twitter)

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