“El pueblo lo exige y la historia lo suplica” dijo un diputado que pide reformar la Constitución para permitir la reelección de AMLO. “No me voy a reelegir” responde el aludido, “voy a entregar el gobierno”. Pero… ¿A quién?

Hace algunas semanas, el diputado Gerardo Fernández Noroña destapó en entrevista con EL UNIVERSAL, su candidatura para suceder en la presidencia a López Obrador en el 2024. Eso será posible porque, según anunció orondo, “los de la 4T llegaron para quedarse por lo menos por los próximos treinta años”.

En 2015, los ciudadanos de Grecia eligieron a Alexis Tsipras y al partido de la extrema izquierda porque estaban hartos de los manejos de sus gobernantes y de las exigencias de la Unión Europea sobre su economía y su manera de enfrentar la crisis. Tsipras triunfó con la promesa de no cumplir esas exigencias.

Pero, prometer no cuesta, lo difícil es cumplir. Y el griego tuvo que doblar las manos ante la triste realidad de que su país tenía que ser rescatado con dineros de esos a quienes criticaba, y que para darle esos dineros, tenía que cumplir con las condiciones que le ponían. Y claro, fueron los ciudadanos quienes sufrieron las consecuencias de esas condiciones. Tan brutalmente que cuando pudieron elegir otra vez, se fueron al extremo opuesto y regresaron al lugar del que tanto desearon escapar.

Lo mismo sucedió en Brasil, cuando pasaron de Lula y Dilma a Bolsonaro y ha pasado en Chile y en Italia donde van de un lado a otro del espectro ideológico conforme los votantes se desilusionan. Sin ir más lejos, no olvidemos que aquí después de dos sexenios panistas regresó el PRI.

Las personas se decepcionan de un gobierno porque no cumplen sus expectativas, creadas a partir de las promesas que se les hicieron. Y la principal razón para que esto suceda, está en la economía. Y ella depende en buena parte de decisiones internas y de un mejor o peor manejo con los grupos de poder económico, así como de las situaciones externas que no se pueden controlar pero sí manejar mejor o peor.

Pero también, para que un grupo político se quede o se vaya importa su base social. Y por eso todos los gobiernos, incluido el nuestro, hacen lo que sea por crear y mantener a su clientela.

Que les funcione o no, depende de varios factores. En el caso de México, uno de esos factores es que no toda la sociedad recibe los beneficios y dineros que la convierten en cliente, pero aún para quienes sí los reciben, lo que al principio basta y alcanza, conforme pasa el tiempo y se adquieren nuevos hábitos de consumo, ya deja de alcanzar y se exige más. Hay varios estudios que demuestran esto. Otro factor es que la austeridad y los despidos, así como el desempleo producto de la falta de inversión, terminan por afectar incluso a los más apoyadores. Ya un Nobel demostró que por eso no se debe seguir ese camino.

De modo que se podrán hacer todos los discursos que se quiera afirmando que todo está muy bien y que solo los opositores dicen que no es así, pero las personas viven cotidianamente la realidad y no se convencen con palabras.

Un factor más, es que muchas de las promesas no se van a poder cumplir, por la razón que sea, pero así va a ser, pues se hicieron demasiadas.

Y un último factor, pero importante, es que el apoyo está muy ligado a la personalidad del líder. Y es difícil que alguien pueda serlo como lo ha sido AMLO.

Así que el señor Fernández Noroña puede decir lo que quiera, pero el futuro de la 4T se sabrá dentro de unos años, cuando se vea si estaremos como Grecia empantanados en promesas incumplidas y errores producto de malas decisiones, o si salimos adelante, como insistentemente nos dice el presidente de la República y como queremos que suceda.

Google News