En uno de los trayectos que compartí con diferentes compañeros de trabajo, escuché las siguientes palabras: “Andrés Manuel les ha enseñado el camino, no lo pierdan, no hay de otra, hay que estar en las calles”.

Cuanta razón tienen estas palabras en la actualidad, ya con AMLO en la presidencia, con la mayoría de las gubernaturas pintadas de color guinda, la mayoría en ambas cámaras legislativas, poco más del 50% de congresos locales con presencia numéricamente superior de Morena y un sin fin de alcaldías y regidurías ganadas, pareciera que es cuando al partido movimiento más le urge regresar a su origen, dejar el confort y glamour que desafortunadamente brindan los cargos públicos en este país y asumir una genuina postura de transformación de la vida pública de México.

El partido del presidente (porque hay que decirlo, Morena sin López Obrador no es nada y con seguridad no hubiera tenido los números electorales que obtuvo en los pasados comicios electorales) vive una crisis que probablemente  todos los partidos políticos al llegar al poder padecen irremediablemente; sin embargo, corro el riesgo de asegurar que ni siquiera la ola blanquiazul provocada por Vicente Fox en las elecciones del año 2000 hizo que actores políticos se quisieran sumar a las filas de acción nacional con tal empeño como hoy vemos que diferentes liderazgos políticos hacen hasta lo imposible por integrarse a las filas morenistas.

Desafortunadamente esta migración multitudinaria es un fenómeno coyuntural cuyo único objetivo es que algunas personalidades lleguen a los espacios de poder y por consecuencia puedan seguir viviendo del erario público, lejos están los tiempos donde el anhelo de reconstruir una nación era lo que impulsaba el espíritu de un partido que hoy representa la esperanza más grande del progresismo en

América Latina y a nivel nacional es el ejemplo perfecto de cómo desde la trinchera de las organizaciones sociales se puede acceder al poder público sin necesidad de incurrir en actos violentos, en pocas palabras, desde la resistencia civil pacífica.

Tal como dice el último libro publicado por el Presidente, estamos a la mitad del camino, para nadie ha sido sencillo y los esfuerzos por cambiar la dinámica del servicio público deben continuar sin tregua alguna, otro México es posible si se logra dejar de lado la idea de que todo suma en tiempos electorales, para muestra basta ver a Lilly Téllez y el dolor de cabeza en que se ha convertido, no precisamente por sus iniciativas de ley o sus propuestas en el Senado, sino por la vocación por desinformar que arrastra desde sus tiempos de periodista.

Lo que en verdad suma es llevar la política a las calles, los trabajos y esfuerzos colectivos enfocarlos en la mejora constante de la vida de los que menos tienen, hacer apuestas presupuestales reales para el sector educativo e ir eliminando poco a poco la burocracia dorada, que en México se da una vida con tintes de realeza.

La ruta está trazada, como bien lo dijo mi compañero de mil batallas, Andrés Manuel ya les trazó el camino.

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