Han transcurrido más de dos meses desde que se declaró la emergencia sanitaria por el Covid-19 y se ordenó, como medida de mitigación y contención del virus, el aislamiento social y la disminución de las actividades.  Justamente, en las últimas semanas, se han endurecido las medidas de restricción y, en ese sentido, muchas actividades no esenciales se vieron restringidas, provocando con ello una parálisis económica cuyas consecuencias aun no alcanzamos a vislumbrar.

No obstante, al haberse conseguido el objetivo principal de reducir la tendencia de contagios y “achatar” la curva de casos positivos, es notable que la propagación del virus se ha desacelerado, trayendo consigo la posibilidad de que la contingencia por fin sea levantada.

En este sentido, las autoridades han comenzado a informar sobre el regreso paulatino a las actividades ordinarias. Al respecto, el gobierno federal anunció, a través de la Secretaría de Salud, el programa de reactivación que se implementará a nivel nacional, dando prioridad para aquellas zonas o municipios que, por carecer de contagios, pueden regresar a sus actividades.

En el caso de Querétaro, el gobernador del estado ha anunciado la reactivación de varias áreas de la industria y de los servicios que están en condiciones de volver a sus actividades. Resalta para la suscrita, el regreso del sector de la construcción, el cual se ha visto duramente afectado por esta contingencia, pues además de que ya estaba resentido con anterioridad, esta emergencia ha provocado un duro golpe a su viabilidad, sobre todo en su plantilla laboral que se ha visto duramente disminuida a consecuencia de la parálisis económica y social que vivimos.

Ahora, lo interesante será ver de qué manera nos acoplamos a la llamada “nueva normalidad”, pues al no existir aún una vacuna que nos haga inmunes ante el virus, el riesgo seguirá latente, por lo que será necesario emplear mecanismos de defensa que nos permitan realizar nuestras actividades, pero en un halo de seguridad y tranquilidad.

Aunado a ello, ciertos patrones sociales que con anterioridad dábamos por hecho, deberán ser modificados o, simplemente eliminados, como el saludo de mano, los abrazos y besos en la mejilla, entre muchos otros, así como la adecuación de los espacios de acceso público, dando prioridad a una distribución de los elementos que permita guardar y mantener la sana distancia.

Pero, más allá de estos aspectos, lo importante será conocer y revisar de qué manera se reactivarán las actividades productivas cuya base se sustenta en la interacción entre personas, me refiero sobre todo a la prestación de servicios profesionales o personales, como la función que desempeñan los asesores, abogados, contadores, psicólogos y otros muchos más que, necesariamente basan su trabajo en la confianza que brindan a sus clientes. Sin duda tendrán un reto importante que afrontar.

Y como dejar de lado la vida académica, la cual sin duda, es una de las más afectadas por este fenómeno. Tal es el caso, que las autoridades en Querétaro han decidido suspender las actividades en las escuelas por el tiempo que resta el ciclo escolar, por miedo a poner en riesgo a los menores y demás estudiantes de todos los niveles formativos.

En suma, la “nueva normalidad” que nos espera no es nada alentadora, requiere una evolución social que permita mayor adaptabilidad, ya que representa un reto importante para la humanidad, pues aunque se reactiven nuestras actividades, continuaremos bajo la sombra de ese enemigo silencioso que estará constantemente asechándonos.

Por ello, lo importante será tomar precauciones y ser preventivos pues, aunque tengamos la premura de volver a nuestro ritmo ordinario de vida, no debemos descuidar lo más importante…la seguridad de nuestra familia.

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