El auditorio Augusto Rivera, de la Facultad de Artes, ubicado en la Universidad Autónoma de Querétaro, sobre la calle de Hidalgo s/n, se complace en mostrarnos el legado del maestro Rafael Rodríguez Santillán, a través de la exposición Susurros ancestrales.

El maestro Rafael fue músico, compositor, etnólogo, economista, maestro normalista y entrenador deportivo —en esa etapa fue cuando conoció el amor a lado de Virginia Ontiveros—.
Trabajó como docente de la universidad por más de 30 años, fue reconocido por tener un ingenio musical creativo destacable. Siempre en busca de crear sus propios instrumentos para compartir su pasión para la conservación de nuestras tradiciones.

Esta muestra que les comento se da gracias a la gestión de la maestra Socorro López —escultora, egresada de la facultad—, ella trabajó en el grupo “Costumbre”,  taller de etnología musical con el maestro Rodríguez. El maestro Rafael fue una persona muy querida y respetada por sus alumnos de la licenciatura de educación musical, ahora sus hijas, Brenda y Areli, a través de esta exposición recuerdan con gusto a su padre, quien falleciera el pasado 28 de junio con anécdotas que les llenan de grato gusto.

Algunas de las anécdotas que sus hijas cuentan con agrado es la ocasión cuando a una chica en uno de los eventos se le encendió el penacho y de cómo la sensación de preocupación pasó a las risas, tiempo después de contar lo sucedido.

Al maestro Rafael siempre lo veías caminar con su petaca negra, era algo muy característico en él, siempre lo sacaba de algún apuro, tenía desde una cuerda para algún instrumento hasta uñas de plástico con pegamento incluido, por si a alguien se le rompía su uña y no podía tocar.

La casa del maestro Rafael siempre estuvo llena de todo tipo de instrumentos y herramientas, Brenda platica que cuando era pequeña al despertar se escuchaba la flauta o la chirimía y con eso ya sabía que era hora de despertarse.

De pequeño odiaba el piano, su papá también fue músico y siempre le pedía que lo ayudara a revisar el órgano de la iglesia, jamás imaginó que eso que vivió de pequeño lo marcaría y que al pasar los años cuando compró un órgano parecido al que tuvo en su niñez, pasaría tocándolo por largas horas acompañado de su esposa Virginia y sus hijas.

En el sexenio de Luis Echeverría fue contratado por Naiman para dar talleres de música a los niños especialmente. Fue profesor de Héctor Larios Osorio y Alejandra Barrientos Aguilar,   educadores musicales por la UAQ desde noviembre de 1995, ellos forman parte del dueto de Dulcemelos salterio y piano, destacándose como representantes de la música mexicana, lo cual es muestra de que el trabajo realizado por el maestro Rafael Rodríguez fue con intensa creatividad musical a través de esta exposición que estará hasta el 17 de febrero.

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